Psicólogos sociales de FACSO estudian sitios de memoria en Santiago

Lugares de memoria: una instancia para transmitir y volver a mirar el pasado reciente

Sitios de memoria en Santiago: el pasado presente

Con el objeto de revisar, problematizar y producir conceptualizaciones en torno a las relaciones entre memoria y espacio físico, un equipo de investigadores sociales, liderados por la Prof. Isabel Piper, desarrollaron un proyecto Fondecyt  que busca entender cómo algunos lugares han llegado a convertirse en espacios importantes para la memoria colectiva de nuestro país. Así, estos investigadores de FACSO estudiaron los procesos de apropiación de las las organizaciones de derechos humanos, con los distintos espacios físicos emblemáticos, como el ex centro clandestino de tortura ubicado en calle Londres 38, el ex centro de prisioneros 3 y 4 Álamos, el memorial del detenido desaparecido y ejecutado político del Cementerio General, entre otros.

Esta indagación de dos años fue impulsada por la prof. Isabel Piper, Doctora en Psicología Social, en conjunto con Mª José Reyes, profesora del Departamento de Psicología y Catalina Arteaga, académica del Depto de Sociología, además de los investigadores Roberto Fernández y Marcía Escobar. El trabajo contó con el apoyo de tres asistentes de investigación tituladas de psicología, dos de nuestra facultad y una tercera de la Universidad Arcis.

“El tema no tiene que ver con el lugar en sí, sino como los grupos usan los lugares y como se construyen los procesos de significación de estos” comenta la Prof. Piper. Para abordar ese fenómeno social el equipo (compuesto también por tres asistentes de investigación), realizó un catastro de lugares de memoria en la Región Metropolitana donde llegaron a contabilizar 241 sitios. En estos, establecieron categorías para abordarlos en función de la estrategia de vinculación del espacio con el pasado. De esta manera, encontraron casos en que la vinculación con lo ocurrido tiene que ver con la nominación, es decir espacios como calles, plazas, salas, bibliotecas, patios, que han sido nombrados o re nombrados recordando a personas y/o figuras significativas de nuestro pasado reciente. También existen otros sitios como tumbas o animitas que buscan hacer presente a la persona que ha desaparecido, dando cuenta de aquellos que perdieron sus vidas por actos represivos en el período del régimen militar, o bien fueron significativas en la lucha contra él.

Según la investigación, existen también sitios de memoria que usan una estrategia de relación con el pasado, en función de un hecho acontecido durante la represión política ejercida en la dictadura militar y/o en manifestaciones de resistencia a dicho régimen. Los lugares que se configuran desde esta estrategia son en su mayoría los ex centros de detención y tortura, ex campos de prisioneros, recintos militares y comisarías, entre otros. La investigación señala que dentro de esta estrategia es necesario señalar que aunque algunos de estos lugares se encuentran señalados, en otros sólo es posible saber de ellos mediante relatos informales. Otro elemento encontrado, es la generación de un lugar, es decir de aquellos espacios que son espacialmente construidos para recordar, como monumentos, memoriales, murales, entre otros.

Las organizaciones y sus relaciones

A la par de identificar los distintos tipos de sitios de memoria de acuerdo a la relación que establecen con el pasado, los investigadores aplicaron un cuestionario a las agrupaciones vinculadas a estos espacios con el objetivo de generar un mapa de relaciones entre las distintas agrupaciones, además del vínculo que cada una de ellas mantiene con estos espacios, generando un mapa de relaciones entre 26 organizaciones sociales.   

 “Hay lugares que sirven de nexo a varias organizaciones, mientras que otros son usados por muy pocas de ellas. Por ejemplo 8 lugares reciben menciones de más del 25% de las organizaciones, siendo los 4 más importantes Londres 38, la Escultura a Salvador Allende en la Plaza de la Constitución, el Parque por la Paz de Villa Grimaldi y el Memorial del Detenido Desaparecido y el Ejecutado Político en el Cementerio General” queda expresado en esta investigación.

Identificando los lugares más recurrentes entre las organizaciones, asistieron por 6 a 8 meses a las actividades conmemorativas que realizaban las organizaciones en dichos espacios, observando lo que ocurría y entrevistando a los integrantes de estas agrupaciones.

La presencia de la memoria

Los investigadores asumen una perspectiva que entiende el pasado como parte del presente y nos habla del estado actual de nuestro país, “los lugares de memoria no sólo están hablando del pasado en sí mismo, sino también del propio presente, pues pueden darnos pistas para poder comprender en lo que estamos en términos sociales y colectivos, es decir, en términos de subjetividad”, plantea la prof. María José Reyes.

Bajo esta concepción de la cultura y de la memoria como un proceso dinámico y construido socialmente, el equipo de investigación sostiene que los lugares de memoria ponen en escena distintas subjetividades. “El lugar de memoria se constituye en escenario de encuentros, negociaciones, conflictos y tensiones entre diversas posiciones ya sea al interior de los grupos; entre los grupos de Derechos Humanos y el Estado; y entre versiones del pasado que sostienen los grupos y la sociedad civil” sostienen los autores en el documento final del estudio.

Para la Prof. Isabel Piper existen diversas formas de escenificar lo ocurrido en el determinado lugar de memoria “si lo que uno quiere transmitir es el horror de lo que pasó, entonces va a hacer un museo que muestre las torturas a las personas, contando lo terrible que ocurrió  para que no vuelva a pasar. Pero también uno puede querer visibilizar las luchas de las personas que ahí murieron o querer tener un espacio de recogimiento o de duelo. Lo que está en juego es qué tipo de versiones sobre el pasado, qué tipo de significaciones se instala en la relación con el presente y en la relación con los demás que no son organizaciones de derechos humanos”.

Para la profesora Piper, al igual que para Roberto Fernández, en todos los sitios de memoria estudiados co existen varias formas de asumir y vivir lo ocurrido. En relación a la estatua de Salvador Allende en la plaza de la Constitución “hay muchos que lo consideran como una representación de la figura democrática de Allende mientras otros le dan el énfasis en la visión más de presidente socialista de izquierda, ahí hay una pugna, pero también hay otra tensión sobre cómo la figura de Allende monopolizó durante mucho tiempo el Espacio de la Moneda. El año pasado se puso una placa en la Intendencia con las otras víctimas de la resistencia a la Moneda. Ya no es solamente Allende si no que son también otros actores. Las pugnas son de distinto tipo, pero en la medida que este remite a un pasado que es abierto, esas pugnas van a seguir existiendo”, sostiene Fernández.

Si bien socialmente la palabra pugna se entiende como confrontación y se le da una connotación negativa, para estos cientistas sociales ese diálogo y tirantez tiene ribetes positivos para la vitalidad de la memoria colectiva, “nosotros hablamos de pugnas y a veces eso se connota negativamente, pero en el caso nuestro, la pugna es lo que le da vida y le da sentido. El día que estas pugnas terminen, esto se va a estabilizar y va a dejar de ser un lugar de memoria y va a pasar a ser un lugar histórico como cualquier otro” comenta Fernández.

En este sentido, los investigadores de FACSO concluyeron que los sitios de memoria estudiados son usados para reflexionar acerca del presente a propósito del pasado  “el lugar de memoria se transforma en espacio desde el cual leer tanto el acontecer actual, como el trayecto futuro, contribuyendo de esta forma a la discusión y debate político” sostienen en el informe.

También descubrieron que estos espacios son usados principalmente para conmemorar, instalando particulares versiones del pasado y normas de cómo recordar “así, lo permitido/prohibido, loable/reprochable, legítimo/ilegítimo cuando se da forma al pasado son delimitaciones que se materializan en las acciones y, por tanto, también en el lugar”.

Y en estos sitios significativos además las organizaciones de derechos humanos, los colectivos políticos o ex perseguidos políticos los usan para transmiten a las nuevas generaciones y a la sociedad en general lo ocurrido “así, el lugar de memoria se instala como un puente y nexo entre: pasado y presente; pasado y futuro; así como entre las distintas generaciones” concluyen en esta investigación Fondecyt.

Sin embargo, el trabajo, la reflexión y las conclusiones sobre el devenir de nuestra memoria colectiva no termina con la entrega del informe de resultados al Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondecyt). Esta línea de investigación del Departamento de Psicología de FACSO está en constante retroalimentación con los trabajos que están haciendo otros centros de investigación dentro de nuestra universidad a partir del subprograma “memorias, historias y DDHH” del Programa Domeyko Sociedad y Equidad. Dentro de esta dinámica de trabajo reciben la visita de estudiosos extranjeros de estas realidades en sus respectivos países. Ese intercambio investigativo se ha reforzado cuando integrantes del equipo de trabajo de esta investigación han viajado a diversos congresos a nivel nacional e internacional.

Investigación y acción

Este equipo de investigación comenzó a trabajar en conjunto en un programa de investigación sobre “memoria colectiva, identidades y de cuerpos” que desarrollaron entre el 2004 y el 2007 en la Universidad Arcis, “primero fuimos trabajando la cosa más discursiva, los relatos que se constituyen en relación al pasado y fuimos acercándonos a una dimensión más performativa de la memoria; no sólo lo que las personas dicen, si no que las dimensiones más afectivas que se actúan o se hacen de manera no discursiva. Por ejemplo las conmemoraciones, las acciones de arte, las imágenes, las canciones. De este modo fuimos virando desde lo discursivo más hacia el tema de las conmemoraciones, de cómo la gente hace memoria en el espacio público” comenta Piper.

Inmersos en el estudio de estos procesos en conjunto con diversos intelectuales y organizaciones sociales, inventaron en el año 2005 la marcha Rearme, una intervención en la ciudad que hizo el recorrido de vuelta de la tradicional marcha del 11 de septiembre que culmina en el Cementerio General. Así, un grupo de personas caminaron de vuelta por las calles de Santiago con fotografías con los nombres de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos que se recuerdan en el memorial del Cementerio General. La idea era que luego del recorrido rearmar las piezas para formar una gigantografía del monumento en el Palacio de la Moneda.

“Lo que nosotros decíamos es que en el recorrido de la marcha del 11 de septiembre lo que hacía era reproducir performativamente la derrota. Del estábamos en la Moneda, éramos felices, teníamos el poder, a estamos en el cementerio con el ánimo bajo. Y eso se reproducía no sólo en el recorrido, si no en la estética, en las canciones y en el ánimo de la gente” comenta Piper.

Así, cuando se conmemoraba el 32º aniversario del Golpe de Estado, además de la tradicional marcha, ellos se vincularon en la organización de esta actividad, pues como sostiene la Prof. María José Reyes “uno de los supuestos que hemos manejado en el equipo es la idea de que la memoria colectiva genera transformación también. No es sólo la repetición del pasado. La memoria es una construcción y en ese sentido tiene una potencia para poder transformar". La idea fue realizar una acción polñitica que devolviera el tema al centro de la ciudad.

Actualmente este equipo de investigación se encuentra elaborando un nuevo proyecto centrado en comprender cómo las nuevas generaciones vivencían los lugares de memoria.

Nombre del Proyecto: “Usos del espacio, identidades sociales y políticas del recuerdo: Análisis Psicosocial de lugares de memoria de los conflictos violentos de nuestro pasado reciente”
Proyecto Fondecyt regular Nº1070926     2007/2009

Investigadora responsable: Isabel Piper
Co-investigadores/as:  Mª José Reyes, Catalina Arteaga, Marcia Escobar, Roberto Fernández.
Asistentes de investigación: Evelyn Hevia, Manuela Badilla, Alicia Olivari

 María José Martínez P.

Carolina Quiroga Bachur

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