Dpto. Sociología de FACSO, Consultor Institucional del Informe PNUD.

Académicos y egresados del Departamento de Sociología de FACSO participan en último Informe de Desarrollo Rural en Chile, del PNUD

Sociología de Facso participa en Informe de Desarrollo Rural del PNUD

Seis millones de chilenas y chilenos construyen su vida en territorios rurales hoy. Ésta es una de las principales conclusiones del Estudio “Desarrollo Humano en Chile rural. Seis millones por nuevos caminos”, llevado a cabo por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en conjunto con el Ministerio de Agricultura.

El informe -cuyos resultados fueron presentados recientemente- contó con una numerosa y destacada participación de académicos y egresados de la carrera de Sociología de nuestra Facultad en su elaboración. De hecho, el Departamento de Sociología de FACSO fue uno de los Consultores Institucionales de esta investigación, del mismo modo que lo fueron, la Universidad de Talca, el Centro de Estudios Regionales (CEDER) de la Universidad de Los Lagos, la Corporación CIEM de Aconcagua y la empresa consultora en investigación social, Statcom.

Algunas de las principales conclusiones de este estudio indican que la vida rural, lejos de estar desapareciendo en Chile, está llena de potencialidades que requieren de nuevos enfoques y nuevas formas de medición.

En este sentido, el académico del Departamento de Sociología de FACSO y miembro del Equipo encargado de la preparación de este informe, Manuel Canales, consideró que éste “se enmarca en una línea similar a la que hemos venido trabajando en el Departamento de Sociología y se relaciona con cambiar el concepto de lo rural, dándole un sentido más agrario e incluso piscisilvoagropecuario”, manifestó.

Lo anterior tiene que ver con la existencia de una nueva ruralidad, que contempla dentro de sus márgenes muchas características antes asociadas de manera exclusiva a las grandes urbes. Al respecto, la profesora Andrea Peroni, académica de FACSO que trabajó en el marco de la Consultoría Institucional del Departamento de Sociología, indicó que es “sumamente valioso que se haya visualizado la nueva ruralidad, compuesta por 6 millones de chilenos, porque ello ha relevado una realidad que se confunde aún con el campo tradicional, con fundos casi atrasados y muy poco modernos”.

“El informe demuestra que existe una nueva ruralidad, absolutamente integrada en el concierto internacional, y donde la modernidad actual con sus ventajas y desventajas se ha instalado desde antes que en la ciudad”, agregó Andrea Peroni.

En efecto, la introducción del informe del PNUD establece que se usa el concepto de ruralidad en un sentido ampliado, para cubrir la realidad de aquellos asentamientos humanos que, siendo estadísticamente urbanos o no rurales en el sentido que le han atribuido las definiciones demográficas oficiales, siguen siendo –y cada vez más, puede decirse-, tributarios y orgánicos o funcionales, a las actividades económicas que son típicamente – y ahora incluso renovadamente- rurales: la agricultura, la pesca, la actividad forestal o pecuaria

En definitiva, “ya no deberíamos hablar de zonas rurales sino de agrourbes, que serían aquellas antiguas ciudades interiores ubicadas en territorios definidos como rurales y que han crecido enormemente a partir de los años 80, como por ejemplo San Vicente, Talca, Curicó y la mayoría de las ciudades de Chile”, explicó el profesor Manuel Canales.

Además de plantear el concepto de agrourbe, Canales agregó que “la posibilidad de entender este informe pasa por comprender el concepto de valle o zona, cuya formulación técnica podría ser agrópolis.  Con esto quiero decir que la distinción rural/ urbano ya no va más, ahora debiera ser agrópolis/metrópolis, donde las primeras son todos aquellos pueblos, aldeas y/o ciudades que están en medio de los campos y cuya población vive en su mayoría de las actividades agrarias, y las segundas, aquellas ciudades donde priman otras actividades económicas, como Arica, Antofagasta, Santiago, etc.”, consideró.

El profesor Rodrigo Figueroa, del Departamento de Sociología de FACSO, participó en este informe en calidad de consultor, y destacó que uno de los aportes de este estudio es el considerar dentro del concepto de agro, a todas aquellas otras actividades de producción que se realizan en territorios definidos como rurales, no sólo a las que tienen que ver con la agricultura.

Uno de los objetivos detrás del abandono de la asociación Agro-rural que vuelve equivalentes a ambos conceptos, dice relación con que actividades como la pesca artesanal, acuicultura a pequeña escala y muchas otras, sean incluidas dentro de los desafíos y planes de acción que se desarrollan para territorios rurales. “El hecho de que se consideren estas actividades como parte sustancial de la vida en las ciudades rurales de Chile, les abre nuevas oportunidades de desarrollo a las personas que las realizan”, planteó el académico Rodrigo Figueroa.

A esto se suma que actividades pesqueras y agrícolas se insertan en el objetivo de convertirnos en una potencia alimentaria mundial – planteado por el actual gobierno-, lo que viene a elevar al antiguo mundo rural, ahora convertido en una simbiosis de lo moderno y lo agrario, a una posición más privilegiada en términos de políticas públicas y de prejuicios sociales.

“Este estudio es una potente victoria contra el prejuicio anti rural y anti agrario en Chile, es un intento por desactivar este prejuicio que creyó en los 80 que lo rural debía terminarse”, sostuvo el académico Manuel Canales.

Investigación cuantitativa y cualitativa

El informe del PNUD y el Ministerio de Agricultura está elaborado a partir de una amplia base empírica, cuyos datos, en su mayoría, fueron producidos especialmente para este estudio. 

El levantamiento de la información se realizó en base a técnicas tanto de metodología cuantitativa como cualitativa. En el primer grupo destaca la Encuesta de Desarrollo Humano Rural 2007, aplicada a un universo de personas de 18 años o más, habitantes de 238 comunas altamente rurales, seleccionadas entre las regiones de Coquimbo, Valparaíso, Bernardo O´Higgins, Maule, Bío- Bío, Araucanía y Los Lagos, en diferentes tipos de asentamientos (ciudades, pueblos, aldeas, caseríos u otros, de acuerdo a la terminología del Instituto Nacional de Estadísticas, INE).

La encuesta -de 145 preguntas- se aplicó a mil 400 personas durante los meses de abril y mayo de 2007. Las interrogantes estuvieron relacionadas con temas como calidad de vida, salud, empleo, transporte, educación, organizaciones políticas, medio ambiente y seguridad, entre otros.

Al este instrumento cuantitativo se agrega otra encuesta, aplicada a una muestra estructural de 240 casos de miembros de las elites locales y provinciales de los territorios rurales del país, que se definió a partir de la opinión de un panel de expertos.

En lo cualitativo, se realizaron grupos de discusión como parte de un estudio exploratorio de la conversación sobre cambios en lo rural. En estos grupos se agruparon sujetos con similares características sociodemográficas que residían en zonas rurales determinadas, con el fin de que se reconocieran como pares y definieran una mirada común sobre el objeto de conversación. En total fueron seis grupos: grupo mixto de adultos de elite rural; grupo de hombre adultos mayores de localidades rurales; grupo mixto de jóvenes entre 18 y 24 años, con y sin hijos; grupo de mujeres de localidades rurales, dueñas de casa; grupo mixto de pequeños productores con experiencias exitosas;  y grupo mixto de jóvenes y adultos, pequeños productores.

También se realizaron estudios de caso, es decir, descripciones analíticas de la estructura e historia de un territorio rural en particular. Para ello se identificó un patrón unitario de “lo rural”, que contempló dos dimensiones críticas: dimensión productiva y dimensión residencial. En el contexto de este estudio de casos se realizó una recopilación estadística y de documentación de fuentes secundarias, tanto públicas como privadas, además de una serie de entrevistas en profundidad, con orientación biográfica.

En las entrevistas en profundidad se consideró al menos a tres pequeños agricultores o pescadores artesanales, tres temporeros, tres trabajadores de servicios urbanos para la ruralidad, tres profesionales o técnicos, al menos tres personas mayores de 75 años, otras tres de entre 45 y 75 años, otras entre 30 y 45 y al menos tres de entre 18 y 30 años.

 

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