María José Reyes, académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales, es la profesional responsable del proyecto “Universidad y territorio: sistematización de experiencias de un trabajo colaborativo en salud comunitaria”. Esta iniciativa ganadora contará con financiamiento para que la propuesta se materialice. Bajo este cimiento es que María José Reyes y su equipo buscan mejorar el ámbito de la salud comunitaria en el territorio de La Legua, San Joaquín.
Se trata de una alianza transdisciplinaria con dos actores locales relevantes: el Centro Comunitario Vida Nueva, que nace en el año 2004 bajo el alero de la pastoral social de la Parroquia San Cayetano, siendo su objetivo otorgar atenciones para el mejoramiento de la salud física, psicológica y espiritual de los vecinos y vecinas; y el colectivo FiSura-Teatro Emergencia, agrupación que tiene por objetivo el preservar la memoria local a través de las artes escénicas y que tiene una trayectoria de más de 20 años.
En la siguiente entrevista con Universidad de Chile, Reyes profundiza acerca de esta iniciativa.
¿Cómo surge este proyecto Fondo Valentín Letelier?
Esto surge a propósito de procesos de investigación que hemos llevado a cabo con un equipo interdisciplinario, que no son solo de la Universidad de Chile, también está la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, la Universidad de Valparaíso y la organización territorial FiSura-Teatro Emergencia. Partimos estos proyectos con el Fondo de Investigación de la Iniciativa Bicentenario, cuando estaban estas ideas de poder articular creación e investigación. Así iniciamos este camino, pensando en una organización territorial que trabaja a través del teatro y nosotros desde la lógica más académica.
En estos procesos investigativos tuvimos algunas dificultades, sobre todo en los inicios, que nos llevaron a reflexionar sobre cómo articular la lógica territorial y la lógica académica. Solía pasar que la lógica académica muchas veces primaba por sobre la territorial, en términos muy concretos, por ejemplo, cuando había que enviar un resumen a un congreso, no lo construíamos en conjunto con la organización y tampoco lo hacíamos circular previo al envío. Primaba la tarea académica, generando malestar en la organización. Entonces empezamos a detenernos y a ver la forma de cómo trabajar juntos.
Un elemento que ha sido central es el vínculo, cómo generar un vínculo donde vayamos aprendiendo y escuchándonos mutuamente. Y en muchas ocasiones eso implica apartar la lógica académica. Ese es el trabajo que hemos estado haciendo, cómo poder reflexionar y crear en conjunto, cómo poder escuchar la necesidad de una organización territorial y desde ahí poder aportarles. Entonces, nuestra idea en este proyecto es justamente cómo generar una experiencia de trabajo que no transgreda la lógica de la organización territorial.
¿Cómo han fortalecido la articulación con el territorio?
Como es un trabajo que lleva años, el equipo de investigación también ha ido aprendiendo a cómo irnos escuchando con las organizaciones. Somos muy cuidadosos y cuidadosas de los tiempos. Con el colectivo FiSura-Teatro Emergencia, llevamos años de trabajo y con el Centro Vida Nueva, estuvimos todo el año pasado reuniéndonos en distintos momentos para conversar sobre su propia trayectoria, para nosotros imaginarnos cómo la universidad puede entrar, pero sin arrasar con la organización, sino que pueda irse articulando con ella.
La forma que hemos ido adoptando es que nos reunimos con esa organización para ir afinando la escucha y entendiendo la lógica que se está planteando. Así también la organización territorial entiende la nuestra y hasta dónde podemos llegar.
En esas conversaciones hemos tenido que ir modulando expectativas entre esta lógica académica y la lógica organizacional y territorial. El cómo lo vamos haciendo, qué va resultando y qué no, porque en estas conversaciones se van a producir dificultades, malos entendidos, pero al tenerlas la idea es ir dejando claridades de cómo vamos resolviéndolas.
¿Qué acciones concretas vamos a ver en la ejecución de este proyecto?
Hay dos niveles, el primero es la generación de una forma de trabajo para salud mental, donde estamos trabajando actualmente con el Centro de Atención Psicológica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, liderado por Svenska Arensburg, quien además es la directora alterna de este proyecto; el Centro de Atención Psicológica de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, encabezado por Daniella Mirone; y la Unidad de Trauma, Memorias y Procesos de Simbolización del Programa Estudios Psicoanalíticos del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile, coordinado por Pablo Cabrera.
A través de esos centros psicológicos, van a llegar psicólogos y psicólogas en práctica a atender pacientes en el Centro Comunitario Vida Nueva, que es la organización territorial con la que trabajamos. Ellos y ellas van a ser supervisados por Francisco Jeanneret, psicólogo social-comunitario, quien estará junto a la coordinadora territorial, Elisandra Andrades, que va a estar ahí, en terreno, gracias al [Fondo] Valentín Letelier. Gracias a la Unidad de Trauma, también contaremos con un grupo de pasantes que tiene más experiencia para atenciones psicológicas, así como para realizar un trabajo grupal con las mujeres del centro.
Por otra parte, desarrollaremos salud odontológica comunitaria, con el equipo que encabeza Marcela Farías de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile. Ahí se están viendo algunas campañas que se puedan hacer y tratar de avanzar para que en algún momento puedan atender practicantes o internados en el Centro Vida Nueva.
Con el colectivo FiSura-Teatro Emergencia, que es la otra organización social, sistematizaremos las experiencias de acompañamiento terapéutico que hemos llevado a cabo este último tiempo.
Todas estas acciones las iremos registrando y sistematizando, justamente para poder pensar esa relación entre la lógica académica universitaria y la lógica territorial. Cómo poder producir una experiencia que sea nutritiva para la organización, en este caso, para lo territorial y que la universidad aprenda. En nuestro caso, a ser parte de esa construcción y que no avasalle con su propio saber, sino que pueda dialogar con los otros saberes.
¿Por qué es importante para la sociedad que ustedes estén desarrollando este trabajo?
En muchas ocasiones, lo que prevalece en la universidad, en términos de investigación, es el indicador más que los temas que estamos trabajando. La figura del académico o académica está gobernada por tener que producir en términos de investigación, muy exigida o exigido, y uno de los efectos es restar tiempos a otras actividades que son parte de la misión universitaria, como lo es la extensión.
Para nosotros y nosotras, la postulación al Valentín Letelier, era un gesto de resistencia a esa lógica, y un gesto que nos permitía fortalecer la extensión al facilitar institucionalmente el generar ciertos vínculos con la organización territorial.
Para ustedes, ¿qué es el Fondo Valentín Letelier?
Creo que es un gesto de resistencia de la universidad, donde prima la vinculación con la sociedad. Y en este caso, para las organizaciones sociales que son parte de este proyecto, es un gesto de reconocimiento por parte de la universidad al colaborar con su conocimiento, su tiempo, sus horas, para pensarse y pensarnos.
¿Por qué la Universidad de Chile debe estar en los territorios?
En principio, la universidad está abierta a la realidad chilena en su completud y esa realidad es heterogénea, diversa. Parte de esa diversidad y heterogeneidad son estos territorios. El que nos vinculemos con los territorios nos permite comprender y conocer la diversidad de la cotidianidad chilena. Esto es absolutamente necesario, sino estamos en una burbuja con ciertos grupos sociales que no es la mayoría del país. Creo que nos falta mucho camino todavía, pero siento que este es un muy buen paso y el Fondo Valentín Letelier ya lleva 15 años en ello. Me parece que es una apuesta necesaria para sostener la idea de universidad.
¿Cuáles son los principales desafíos que se vienen en la ejecución de su Fondo Valentín Letelier?
Creo que es un proyecto que requiere de mucha coordinación, de aunar muchas voluntades, porque hoy en día somos muchas y muchos los que estamos participando del proyecto. No es sencillo, sobre todo con esta diversidad. Es un desafío que, en ese aunar voluntades, prime la lógica y el ideario de las organizaciones territoriales con las que estamos trabajando. Es un desafío también el cómo poder pensar la continuidad del trabajo con estas organizaciones territoriales, que esto no sea un proyecto que abra y cierre a propósito de un fondo, sino que empuje a proyectar, continuar y consolidar el trabajo.