Hace algunas semanas fueron liberados los primeros Resultados del Censo 2024, por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Si bien varias proyecciones anticipaban una población cercana a los 20 millones, la realidad es que en Chile habitan 18.480.432, manteniéndose -entre otras fenómenos- la tendencia del envejecimiento de la población.
Sobre precisamente este tópico, es que en el capítulo 43 de Bitácora Social, el podcast de la Facultad de Cs. Sociales, la periodista Carolina Escobar conversó con Paulina Osorio, académica del Departamento de Antropología, experta en Antropología de la vejez y envejecimiento e integrante de la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento de la Universidad de Chile.
Uno de los elementos centrales que explica la cantidad de personas que habitan en Chile es la baja tasa de fecundidad, situada en un 1.16 hijos por mujer. Una tendencia ya observada en otros informes, y que se confirma con los números del Censo.
Al respecto, el envejecimiento de la población mantiene su tendencia al alza, aumentando el porcentaje de personas de 65 años o más de 6,6% en 1992 a 14% en 2024 y disminuyendo el porcentaje de personas de 14 años o menos de 29,4% a 17,7% en el mismo período. Cifras que no le sorprenden a Paulina Osorio, pues la tendencia hacia el envejecimiento se ha acentuado en los últimos 20 años.
Frente a este fenómeno social, la académica espera que se empiece a instalar la idea de una reconfiguración social, donde hay un gran desafío pues aún permanecen las lógicas piramidales dentro de la sociedad. En materia de políticas públicas, en tanto, hay varios desafíos, como el “reconocimiento de la diversidad de las experiencias y características de la población mayor. Ese 14 por ciento de personas mayores de 65 años es muy diverso, entonces ¿cómo incorporarlas en políticas públicas, considerando que los adultos mayores son sujetos de políticas?”.
Las políticas públicas “tienen que contemplar un rol activo de las personas mayores, visualizar su lugar dentro de las políticas y al interior de sus comunidades. Falta involucrar a personas mayores en el diseño de estas y en todo el circuito de una política pública, incluyendo la etapa de evaluación que considere la opinión de los mayores”.
Paulina Osorio lleva 32 años trabajando en temas de vejez y envejecimiento y ha podido constatar que ellos/as están muy comprometidos/ y “no quieren que les entreguen o brinden todo hecho. Les hemos limitado los espacios, siendo que en la realidad las personas mayores participan en variadas formas organizacionales”.
En términos socioculturales existe un gran desafío y es pensar la edad mayor con otros contenidos: “¿Cómo superar en cuanto a imaginarios lo que es la vejez? Si bien el curso de la vida se divide en diferentes etapas, al ser construcciones sociales van cambiando. Ya no podemos seguir con modelos, ideas y conceptos de hace dos siglos y eso es lo que nos evidencian estos datos”.
Las personas mayores serán personas que cada vez más -a lo largo de su trayectoria de vida- “tendrán más estudios, por tanto, llegarán con ciertas características, conocimientos y capitales sociales que les harán vivir las experiencias de otra manera. El mayor desafío en cuanto a demografía es que al cruzar el dato del envejecimiento con el dato de 1.16 de hijos (tasa de fecundidad), habrá experiencias de vejez con personas mayores con pocos/as nietos/as y, esos poco/as nietos/as con muchos/as abuelos/as. Eso nos revela otra forma de interacción”.
Según la antropóloga social, “aún estamos demasiado arraigados/as a modelos de familia con una figura del ser mayor más tradicional. Por otro lado, si se cruzan los datos anteriormente mencionados con la esperanza de vida, se desafían a las instituciones, dentro de las cuales los sistemas de seguridad social se tienen que repensar”. La jubilación partió en el siglo XIX y se ha ido modificado, “pero no sé si estos ajustes se estén pensando”, acentúa la docente.
Culturalmente, perdura un imaginario muy negativo de la vejez y ya no debiera ser un tabú el envejecer. “Los mayores son sujetos del presente, y se les suele ver como personas que fueron o aportaron en el pasado”, comenta. Actualmente, la tecnología es un mecanismo de vinculación social y, al respecto, “pienso que el mayor aprendizaje de la persona mayor con la tecnología y la comunicación virtual ocurrió durante la pandemia. Lo interesante es que la siguen utilizando y muchos/as de ellos/as siguen teniendo reuniones con sus asociaciones en ese formato”, relata la profesora Osorio.
El celular se usa demasiado, como ella detalla, y eso ha generado una comunicación intergeneracional, al mismo tiempo que los mantiene informados/as y conectados/as. No obstante, “las personas mayores aún no se sienten escuchadas, cuya capacidad organizativa es muy persistente. Cuando generan diálogos con sus respectivos municipios, por ejemplo, muchas veces no se sienten partícipes. Por eso, la estrategia de incorporarles en las discusiones es crucial”.
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