Con fecha 28 de junio se conmemora el Día Internacional del Orgullo LGBTQINBQ+, la cual invita a celebrar la diversidad sexual y de género, y a recordar la histórica lucha por los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales, no binarias y queer.
El Día del Orgullo tiene su origen en los disturbios de Stonewall en 1969, cuando la comunidad LGBTQINBQ+ de Nueva York se reveló contra la brutalidad y discriminación policial. Dicho episodio marcó un punto de inflexión en el movimiento por los derechos LGBTQINBQ+, dando inicio a una ola de activismo y organización que ha logrado avances significativos en las últimas décadas. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer, porque la discriminación, el acoso y la violencia hacia la comunidad LGBTQ+ persisten.
Desde el Núcleo Diversidad y Género: Abordajes Feministas Intersecciones del Departamento de Trabajo Social, la académica e investigadora, Caterine Galaz, recuerda que, si bien el día del orgullo nace en 1969 como una acción política por reivindicar diversos derechos sociales, también emerge para denunciar las violencias contra los colectivos LGTBI+. Por tanto, es en sí mismo un día de reivindicación política.
La también académica e investigadora del Núcleo Diversidad y Género: Abordajes Feministas Intersecciones, Hillary Hiner¸ en tanto historiadora añade que el bar "Stonewall Inn" estaba en un sector marcadamente obrero del sur de Manhattan, y, de hecho, era un lugar frecuentado principalmente por trabajadores sexuales gay y travestis. De hecho, dos activistas trans/travestis “famosas participaron directamente en Stonewall, Marsha P. Johnston (afrodescendiente) y Sylvia Rivera (puertorriqueña), como también mujeres lesbianas butch populares”.
Entonces, cuando “decimos ‘Stonewall was a riot (fue un disturbio)’ nos referimos no sólo a una fecha inaugural de Pride (Orgullo), sino también a una protesta popular LGBTQ+ contra la brutalidad policial, que se cometía principalmente en el contexto de redadas contra bares y clubes LGBTQ+, como también hostigamiento, acoso y violencia de la policía de Nueva York (NYPD) contrasubjetividades diversas que habitaban un espacio popular de la ciudad”, indica Hillary Hinner.
Ese día también se le ha visibilizado y considerado en algunos espacios entre ellos el de nuestra facultad en 2023, como día de las Disidencias, y esto tiene que ver en general con que la apelación a la diversidad sexual ha sido “puesta en un lugar de asimilación o de inclusión positiva a las sociedades, contribuyendo a veces a despolitizar las demandas de estos colectivos”, comenta Caterine Galaz.
En América Latina, “llamarse desde la disidencia implica precisamente situarse en un lugar no necesariamente de solicitud al Estado o a los sistemas de inclusión tradicionales, y también como una forma –en algunos colectivos– de desmarcarse de posturas altamente identitarias. Posicionarse como disidencias implicaría a la vez desafiar la normatividad imperante, sobre todo en relación a las normas de género y sexualidades. En sus prácticas se condensa el desafiar y resistir las normas o las lógicas incluso de determinados sectores LGTBI dominantes”, agrega.
Actualmente, según Galaz, “estamos ante un avance conservador mundial y también a nivel nacional que puede poner en tensión los escasos avances que nuestro país ha tenido en términos de género y sexualidades. Este día del orgullo es un espacio simbólico que debemos relevar no solo para poder visibililzar la organización de estos colectivos, sino también para que la ciudadanía en general se implique y solidarice ante las violencias múltiples que cruzan y las desigualdades en las que transcurren sus vidas”.
En ese sentido, la academia –a su juicio– posee un rol educativo tanto hacia el interior de la universidad como hacia la ciudadanía. “Ahora más que nunca se requiere fortalecer redes entre personas activistas y no activistas”, complementa Caterine Galaz.
Hillary Hiner reconoce que, efectivamente, “nos encontramos en un contexto regional y mundial muy complejo. Solo hay que mirar al otro lado de la cordillera, donde el presidente Javier Milei clausuró el Ministerio de la Mujer y también está reprimiendo a académiques y estudiantes que estudian temas como género, sexualidades, movimientos feministas y LGBTQ+.
En el caso de Chile, también “hemos observado cómo políticos de ultraderecha han iniciado cruzadas en contra de programas de género y sexualidades dentro de las universidades públicas y los hospitales públicos, pidiendo en particular información sobre programas orientados hacia adultos e infancias trans. Esto, sin duda, es algo muy grave y este tipo de persecución es algo que debemos resistir muy fuertemente desde la Universidad de Chile”.
Para tener presente… A partir de 2022, la Universidad de Chile cuenta con la Guía de Educación Antisexista, de la cual participaron académicas de la Facultad de Cs. Sociales. El documento aporta no solo desde una perspectiva de género y crítica feminista, sino que también “dialogamos con los aportes de teorías críticas de sexualidad, teorías queer, trans y aportes de los movimientos de disidencia sexual” (Lelya Troncoso, Junio 2023). Revisa la guía AQUÍ. Asimismo, en noviembre 2023, el Senado Universitario aprobó nueva Política de Diversidades y Disidencias Sexuales y de Género, elaborado por el mismo senado y la Dirección de Igualdad de Género (Digen), que busca reconocer y reparar las discriminaciones, desigualdades y violencias que operan en los marcos institucionales y en el desarrollo de la vida en comunidad al interior de la Universidad de Chile. Los ámbitos de acción de la iniciativa contemplan la formación, docencia, y aprendizaje; investigación, innovación y creación; comunicación, extensión y vinculación con el medio; y gestión. |