La trascendencia de la Cultura en las sociedades actuales en la voz del sociólogo francés Pierre Le Quéau

La trascendencia de la Cultura en las sociedades actuales

La cultura se vive, se comparte y se practica en cada modo de habitar lo social; en palabras del investigador francés Pierre Le Quéau, “es una manera de cuestionar fundamentalmente el vínculo que constituye al sujeto, sea un individuo o un colectivo. Entonces, refiere en otras palabras a su modo de existir”.

El académico francés realizó el 16 de enero el Workshop “Metodología de la Investigación”, dirigido a estudiantes de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, actividad organizada por el Magíster en Ciencias Sociales mención Sociología de la Modernización, el Núcleo de Sociología de las Artes y de las Prácticas Culturales de nuestra Facultad. Dicho taller se enmarcó en una serie de actividades organizadas por el Núcleo Políticas Culturales del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile (ICEI), entre las cuales destacó la conferencia abierta al público “¿Hacia la autonomía de los públicos de la cultura?” que contó con una gran cantidad de asistentes.

Le Queau se formó como doctor en Antropología Social y Sociología Comparada en La Sorbonne y, actualmente, enseña Sociología y Antropología en el Departamento De Sociología de la Universidad de Grenoble Alpes donde forma parte del Laboratorio de Ciencias Sociales PACTE, unidad mixta de investigación del CNRS, la Universidad de Grenoble y Ciencias Políticas. Allí trabaja junto a un equipo en torno a las redes y sobre las mediaciones, sean estas técnicas o culturales, que permiten crear vínculos entre los individuos y los colectivos.

-A su juicio, ¿cómo las ciencias sociales y las humanidades ayudan a entender de otra manera las artes y la cultura, y cuáles pueden ser los aportes específicos de esa perspectiva?

Dentro del arte y la cultura, el concepto que me parece más importante es el de forma. Para el filósofo y sociólogo alemán, Georg Simmel, lo propiamente social es lo que ocurre en el intercambio y la forma que toma el intercambio. Es típicamente allí donde empiezan la sociedad y las ciencias sociales.

Entonces, las ciencias sociales pueden ayudarnos a comprender lo que ocurre en esa emergencia de formas y cuáles son las consecuencias que esto puede tener en otros dominios más allá de los del arte y la cultura. Ese concepto de arte y cultura en Francia se conoce de manera más institucionalizada, pero no es el caso en otras culturas. Sé que en otras partes, por ejemplo en EE.UU, eso no existe, allí se llama cultura a toda forma de producción del individuo y del colectivo.

Pienso que la cultura es una manera de cuestionar, fundamentalmente, el vínculo que constituye al sujeto, sea un individuo o un colectivo. Por tanto, es en otras palabras su modo de existir. En todo caso, hay que observar el vínculo que constituye lo individual y lo colectivo.

-¿Qué podría decir en general de las revueltas sociales desarrolladas, específicamente, en Francia y Chile?

Pienso que es sumamente interesante lo que en ellas se desarrolla, ya que se cuestionan las políticas culturales y las políticas de manera general. También la constitución de lo colectivo de diferentes maneras.

Primero, no hablaré de Chile porque nosotros no hemos tenido desde hace muchos años la experiencia de una dictadura en Francia. Sin embargo, pienso que tenemos una experiencia bastante emblemática de lo que es el capitalismo hoy en día y constatamos una evolución de las políticas hacia la retirada del financiamiento colectivo y de los bienes comunes culturales.

Hoy se reflexiona mucho en Francia y en los países europeos sobre la cuestión de cómo justificar las políticas culturales. Justificar la política cultural, precisamente desde el plano económico, es verdaderamente trágico porque lo que ha constituido la riqueza de un país como Francia después de fines del siglo XIX es la cultura como bien común y hoy uno ve cómo se vende por partes o como un todo. Considero que es exactamente lo que ha expresado la revuelta, por cierto, de los Chalecos Amarillos o las manifestaciones de la población contra el nuevo régimen de pensiones.

Si bien no tenemos que hacer frente a proyectos violentos como la dictadura, si cabe preguntarnos cómo desarrollar estrategias de reacción o respuesta, sabiendo que existe una violencia política invisibilizada. Hoy existen lugares donde se imagina y recrea la solidaridad, como por ejemplo aquello que Michel Foucault llamó las heterotopias.

Esos lugares fabrican nuevamente la solidaridad que se expresa con fuerza en el dominio cultural, pero no solamente allí. En esos espacios se construyen otras formas de vincularse y de percibir las relaciones de género, de trabajo o entre culturas. Hay personas que desarrollan una cultura manual, como por ejemplo el tejido, o con otros materiales muy concretos que, finalmente, representan expresiones simbólicas del deseo de reparar el vínculo social que se ha roto por las estructuras políticas liberales o neoliberales.

-¿Qué relaciones se pueden pensar entre la Sociología de la Cultura, el imaginario y otros campos de la sociología como la discapacidad y el género que cada vez empiezan a cobrar mayor importancia?

Pienso que la cultura es un lugar, una especie de espejo. Tenemos el hábito de definir en Francia la cultura como una institución. Sin embargo, casi todo es cultura, y ésta participa, fundamentalmente, de los hechos sociales.

A modo de ejemplo, nosotros trabajamos hace algunos años con colegas de la Universidad de Grenoble en torno a la representación de la discapacidad. Entendimos que a través de la cultura, las artes, los medias y las ciencias sociales se puede apreciar bien una representación al respecto. Y en lo que se subentiende de esa representación se pueden presentar, por ejemplo, otras representaciones y eso puede tener un efecto aplicable y extensible a los cupos de inclusión en las instituciones universitarias.

Yo diría que la solución técnica es hacer visible el hecho de que siempre tenemos representaciones extremadamente estereotipadas y tal vez habría que reproducir otras representaciones para cambiar la realidad concreta de las cosas. No obstante, hay otras políticas a implementar, como por ejemplo la inclusión de personas discapacitadas o transformar las relaciones de género.

Existen políticas para luchar contra la discriminación y adaptar los espacios. Sin embargo, son medidas muy materiales para actuar, cuyos estereotipos provienen de una historia que podemos ver que está evolucionando. Cambiar las leyes no es tan difícil, pero se pueden cambiar las cosas a condición de que las autoridades –evidentemente– y el poder decidan mantener el orden o transformarlo lentamente.

Por otro lado, está la cuestión de mantener el orden en un país como Francia, con una historia asociada a las migraciones. La migración, sin embargo, se asocia a la violencia y a la ruptura de la cohesión social, por lo que no es raro que sea un orden defendido por partidos de derecha. Existe un grupo de colectivos tradicionalistas que piensan que las poblaciones europeas van a ser reemplazadas por la migración. Frente a ese tipo de imagen y representación que expresa una angustia terrible y enorme, es necesario indicar cuál es su construcción. La migración no es el problema pues en Francia todos somos migrantes. En ese sentido, bajo mi perspectiva, las ciencias sociales influyen en las maneras de pensar y cambiar razonablemente el curso de la realidad.

Entrevista: Carolina Escobar y Marisol Facuse
Traducción: Marisol Facuse
Fotos: Magíster en Ciencias Sociales mención Sociología de la Modernización, Facultad de Ciencias Sociales

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