Si bien en nuestro país no hay una normativa estandarizada para todos los establecimientos educacionales respecto del uso de celulares, hay un proyecto de ley que avanza en el Senado para prohibir su uso generalizado. De hecho, el 20 de octubre la Comisión de Educación de la cámara alta aprobó en particular el proyecto y quedó listo para ser votado en Sala.
En el capítulo N°46 del Podcast Bitácora Social, se quiso ahondar en los efectos de la iniciativa al interior de las comunidades educativas y, sobre todo en niños/as, junto al especialista en Informática Educativa y académico del Departamento de Educación, Ricardo Abarca.
Concretamente, la propuesta busca prohibir los celulares desde kínder hasta 6° básico, permitiendo su uso solo en casos excepcionales como emergencias médicas o de catástrofe o para alumnos/as con necesidades educativas especiales y actividades pedagógicas autorizadas. Para 7° básico a 4° medio, se permitirá un uso más flexible. Su utilización se normará en los reglamentos internos de cada establecimiento para asegurar la concentración en el aprendizaje.
A juicio de Ricardo Abarca, la iniciativa la medida está en línea con la tendencia global, esto porque en general se asume como positiva. “En términos continentales estamos atrasados porque sólo Brasil la ha implementado en las escuelas, respondiendo a lo que los organismos internacionales están determinando”. Francia hizo la prohibición en 2018, luego se sumó Italia y Finlandia. Desde 2020, también se le sumó Australia, entre otros países. “Hasta la actualidad no hay prueba de mejor rendimiento sin uso del celular, pero lo que si mejora es la convivencia”, puntualizó.
Respecto del caso chileno, comentó que es muy pertinente y adecuado que la ley plantee diferencias por niveles educativos, considerando que el MINEDUC ya tenía restricciones y condiciones para usar celulares a nivel de educación parvularia (pre-básica).
Sin embargo, dijo que aplicar la medida según cada nivel es muy complejo. En esa línea, la disyuntiva que emana de la discusión sobre educar o prohibir conlleva una arista muy compleja de análisis. “Cuando hablamos del celular en la sala de clase no podemos hacerlo sin pensar que es una extensión de la personalidad. Es una realidad hoy en día que en Chile la edad promedio en la que los/as niños adquieren su primer celular es a los 9 años. Eso habla de que el/la niño/a tiene un uso del celular, principalmente, fuera de la escuela”, indicó.
Por tanto, antes de hablar del uso didáctico del celular, problematizó que hay que preguntarse y educar también sobre el instrumento en un contexto mayor y más amplio. A modo de ejemplo, si un/a niño/a convive con un grupo familiar que está conectado al dispositivo móvil, él/ella tenderá a reproducir esa conducta en la sala de clase y no necesariamente participará del proceso educativo que allí se desarrolla.
El entorno familiar es el más complejo de abordar porque excede a la escuela e imbrica una cuestión cultural. Para abordarlo metodológicamente, se podría conversar de aquello en las “reuniones de apoderados/as e incentivar su tratamiento en el hogar. También establecer cuáles son los protocolos de uso en la escuela que tengan relación con el uso en el hogar”, señaló.
Desde la vereda de la docencia, según el académico, el uso pedagógico del celular tiene que ver con la capacitación del/a profesor/a. “Estamos concentrados en el celular, pero hay mucha más tecnología. Ahora está fuertemente inserta la Inteligencia Artificial (IA), cuyo uso tiende a desbordarse. Si es así, ¿la IA también se regulará o prohibirá? Hay que abordarlo de manera más extensa, contemplando la tecnología en general.
Otra dimensión del fenómeno problematizado en el podcast fue el componente socio-territorial. “El abordaje por comunidades conlleva otro problema que es la desigualdad (de acceso, utilización, vínculo con el móvil y más). Yo creo que, en definitiva, cada escuela debe hacerse cargo de su propia realidad y las sugerencias legislativas deben ser siempre flexibles en base a sus contextos”, subrayó.
Ricardo Abarca citó un ejemplo que sugirió hacerle seguimiento y es el del Liceo Bicentenario de Lo Barnechea, porque no prohibió el uso de dispositivos móviles, sino que a fines de agosto implementó un plan piloto para regular el uso de celulares mediante el empleo de estuches con inhibidores de señal (bolsos Farad).
Para el docente, este tipo de dilemas debieran ser prolongables para los/as adultos/as y “hacernos la pregunta de cómo estamos usando el celular y no adormecernos al respecto, pues estamos hablando de algo que nos afecta y nos cambia”.
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