Pandemia y la reflexión sobre un nuevo vínculo social

Pandemia y la reflexión sobre un nuevo vínculo social

Mientras el virus circula libremente por las calles y los seres humanos están encerrados en sus casas, al menos dos paradigmas entran en disputa para hacer frente a la crisis sanitaria que nos impone el peligro del contagio del coronavirus.

Por un lado, circulan las teorías conspirativas que ven una intencionalidad oculta en la crisis sanitaria. Señalan que las medidas tomadas contra el contagio tienen por finalidad reforzar, profundizar aún más, el modelo económico neoliberal. Este paradigma se ve fortalecido por la consideración que el virus ataca con mayor letalidad a la población improductiva.

Bajo este paradigma se puede anticipar que las primeras imágenes del término del temor a la pandemia serán jóvenes repletando los centros comerciales, restaurantes y pubs. El fin del miedo y el control de la enfermedad estarán marcados en los noticiarios, por el regreso del funcionamiento del mismo sistema político, económico y social que ha imperado hasta ahora. Este paradigma entra en pugna con las medidas de restricción de las libertades individuales, ven en ellas la imposición de un modelo social individualista y egoísta.

Por otro lado, las teorías de la conservación no se ponen al servicio de la explicación del fenómeno humano, sino que solo buscan administrar la conducta humana, responden a un sentir mayoritario que quiere evitar más muertes. Esta postura procura el aislamiento social y aquí las ideas fuerzas son la de seguridad y control. Para este paradigma el fin del miedo y el aislamiento social estarán marcados por el control del virus. La imagen final será la de médicos aplicando vacunas a cientos de miles de seres humanos. En esta teoría se está dispuesto a perder la libertad de desplazamiento. Se alimenta con la esperanza que todo lo que no podrá ser realizado hoy, podrá ser postergado para un mañana próximo. La suspensión de lo cotidiano tiene por esperanza que todo volverá a ser como antes, pero ¿queremos que todo vuelva a ser cómo antes?

¿Qué se puede aportar para la comprensión del actual fenómeno? Podríamos señalar que el virus muestra más vivo que nunca las características del sistema social, económico y político que se ha creado. Muestra una sociedad que está en estrecha interdependencia: económica, social, política, afectiva, biológica, ecológica, etc. Un mundo que no puede detenerse sin caer en el riesgo de un colapso económico global, pero a la vez su movimiento mismo lo tiene en medio de una crisis medioambiental. Un sistema que fue creado para alimentarse a sí mismo sin freno y sin poder saciarse nunca. Se trata de un entramado que no permite que ni una sola hebra se pueda debilitar o soltar. Muestra con claridad el vínculo indisociable entre lo económico y lo afectivo.

Lo que está en juego hoy no es exclusivamente la superación de la emergencia sanitaria. Lo que debemos pensar es en cómo queremos superar el problema. Y en esa pregunta están contenidas las preguntas de fondo: ¿estamos dispuestos a seguir alimentando este sistema (económico, político, social) que hoy existe? ¿Estaremos más aliviados por el sólo hecho de aplazar tres cuotas de un crédito para el final de la deuda? ¿Tiene sentido propiciar el aislamiento social si con ello no volvemos a pensar en la relación misma?

El virus, mal invisible, obliga a pensar sobre el tipo de contacto con el otro, sobre el daño no palpable y, sobre todo, la ética invisible que puede fundar el respeto. Los paradigmas vigentes no responden a estas preguntas, más bien refuerzan la ceguera que impera en el sistema, mantiene un viejo dualismo entre el control y la libertad.

El miedo no puede arrebatar la posibilidad de pensar por el sentido que tienen las acciones que hoy se despliegan a nivel planetario para superar la crisis sanitaria. Si la pandemia es una oportunidad para volver a pensarnos, entonces salgamos de los paradigmas que figuran formas de ser individualistas y desconfiadas, que alimentan a un sistema que pierde cada vez más su legitimidad.

Es necesario salir de las lógicas que aumentan el control, pero que debilitan la responsabilidad y la respuesta ética por el cuidado del otro. Es necesario cuestionar el sistema autoimpuesto que nos constriñe la posibilidad de pensar de otro modo los vínculos, no se puede seguir pensando como lo hacen creer los medios de comunicación y la publicidad que el mundo, las relaciones sociales (económicas, políticas y éticas) serán muy pronto las mismas que hemos tenido siempre.

Las conductas de los gobernantes, consumidores, e incluso los mismos enfermos nos muestran de manera clara que el pacto social no está establecido por un acuerdo común, y que los principios orientadores de nuestras decisiones parecen colapsar rápidamente ante el miedo.

Este aislamiento al que ha obligado el virus solo tiene sentido si se pueden tejer nuevos vínculos sociales, económicos, políticos y éticos. Si luego de la crisis sanitaria el sistema sigue siendo el mismo (el que nos promete la publicidad con la esperanza del consumo próximo, o el del aumento del control por motivos de seguridad) no cabe duda que éste colapsará ya sea por razones medioambientales (el término de los recursos naturales), políticas (crisis sociales) o económicas (desigualdad). Esta crisis debe abrir nuevas vías de reflexión ética.

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