Facultad discutió de manera triestamental el concepto de Calidad en la Educación Superior

Facultad discutió de manera triestamental el concepto de Calidad

Un total de ocho panelistas en mesas de discusión, una conferencista experta en gestión de calidad y talleres de trabajo grupal, marcaron la Jornada Triestamental “Dialoguemos sobre Calidad”, organizada por la Escuela de Pregrado y la Comisión de Evaluación y Seguimiento, encuentro que tuvo por finalidad avanzar hacia un debate permanente sobre el concepto de calidad para los y las estudiantes de Pregrado.

Se dio inicio a la actividad con las palabras de bienvenida del vicedecano de la Facultad de Ciencias sociales, Profesor Raúl Atria, quien destacó la importancia de este tipo de encuentros y reflexiones en un contexto de cambios y complejidad en la sociedad chilena que condiciona la labor de las Instituciones formadoras, estableciendo una serie de desafíos en el quehacer académico y estudiantil en su interior.

Dentro de estos retos, según el vicedecano y académico del Depto. de Sociología, Prof. Raúl Atria, caben mencionar aquellos que tienen que ver con una población estudiantil heterogénea que tiene otras demandas, por lo que hay “un currículum que actualizar, con un imperativo de relacionamiento con el mundo exterior –particularmente con el mundo laboral y también con el mundo más allá de lo laboral– que tiene que ver con relevancia nacional”.

En este sentido, “creo que es absolutamente necesario que hagamos una exploración de qué entendemos por la calidad en nuestro pregrado y qué entendemos por calidad de la Facultad. Anticipo que concluiremos que estamos ante un concepto que es multidimensional con variables sustantivas y otras materiales, algunas de las cuales tienen que ver con la naturaleza del cuerpo docente”. Se trata entonces de una concepción compleja, cuya discusión es impostergable y no se agotará en este primer encuentro, al margen de los procesos de acreditación.

Educación en medio de la diversidad

Distintos académicos que expusieron sus visiones y aprehensiones respecto de la calidad concordaron en la necesidad de sostener una reflexión constante sobre calidad, término que parece un “significante totalmente vacío” señaló la profesora y Directora de la Escuela de Postgrado, Ximena Azúa.

A menudo, se suele asociar calidad con mejor infraestructura. Evidentemente, una mayor dotación física y material para los(as) alumnos(as) es necesaria pero el análisis sobre la calidad debería trascender y apuntar hacia otros aspectos. Así, por ejemplo, la académica y Directora de Extensión y Comunicaciones, María Elena Acuña, señaló varios puntos como primordiales en el debate, entre ellos la consideración de la realidad social en la cual se inserta.

El rol de los(as) académicos(as) es gravitante en la formación del pregrado, quienes están llamados(as) a entregar conocimientos pero también habilidades para construir saberes, es decir pensar qué hacer con las teorías conocidas y aprendidas, volviéndose autónomos, reflexivos y siempre conectados con la realidad.

“Pienso que Universidad y la formación proporcionada por Pregrado debe, primero, estar preparada para el desarrollo de la vida pública, con un fuerte compromiso con los procesos sociales que vive el país, especialmente, en el contexto actual caracterizado por el empobrecimiento de la esfera pública. Tenemos que observar esos fenómenos y tener capacidad de ser reflexivos al respecto”, enfatizó Acuña.
También, “debiéramos hacernos responsables de la diversidad, pero no solo en términos de inclusión sino que en términos de las diferentes formas de desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje”, agregó. Es decir, no todos aprenden de la misma manera y eso también debe ser garantizado. En el marco de la diversidad también se debiera fomentar distintas formas de conocimientos y reflexión, contemplando los múltiples contextos de los cuales provienen los(as) estudiantes.

“Me parece que en esta diversidad es necesario reflexionar sobre las prácticas discriminatorias que no solo ocurre en la cotidianeidad de la Universidad, sino que en los procesos de producción de conocimiento, como el sexismo, el racismo y el clasismo, que también están instaladas en los textos y teorías que utilizamos”, puntualizó.

Las consecuencias de la privatización

Desde la década de los 80, la educación superior chilena al igual que múltiples servicios y áreas de la vida comenzó a vivir una creciente privatización, abriendo una gran cantidad de casas de estudio. “Hoy podemos decir que es el país que más educación superior privada tiene del mundo, por tanto la certificación de esa calidad es una necesidad de ese mercado y no es una necesidad de las instituciones públicas”, afirmó el profesor Jesús Redondo del Departamento de Psicología.

En este contexto, los aspectos relativos a la calidad en Pregrado que están y permanecen en conflicto son los modelos de acreditación y, por otro lado, la discusión sobre la necesidad de contar con más recursos. “Falta tener un edificio, eso es lógico ¿pero será hoy lo más significativo para la universidad? ¿No será que la Universidad tiene que salir de los edificios, y las redes que las universidades poseen en los territorios son más importantes que los lugares donde estudian los(as) alumnos(as)?”, indicó Redondo.

Los estudiantes vienen, aproximadamente, a “ocupar un 30 por ciento de los espacios. Al respecto, el tema es ¿la presencialidad en el aula es la docencia universitaria? ¿O hay un conjunto de otros aspectos que hay que desarrollar hoy y que decantarán en la calidad de la docencia?”, explicó.

En la medida en que el planteamiento sea valorar la calidad considerando la educación superior como un proceso productivo, globalizado y comparativo con el neocolonialismo anglosajón actual, “pues vamos a perder siempre. En ese sentido, yo creo que hay que pasar de entender la educación de Pregrado y, en general, la educación universitaria como un proceso productivo a un proceso creativo, con lógicas más colaborativas, dialógicas, participativas y activas”, aclara Jesús Redondo.

Según el académico, las comunidades universitarias continúan ancladas en un modelo donde el discurso, los libros y los papeles “mandan sobre lo que aquí se señala como habilidades –entre ellas el hacer– y yo creo que hay que incluir más hacer. Eso va vinculado con hacerlo afuera”, con las comunidades. Se debe reflexionar sobre ese hacer, una nueva mirada que supone también un cambio en los(as) docentes, de lo contrario, “no va a ser posible realmente una masificación de calidad”, subrayó.

¿Cuál es el sentido de hablar de calidad en la formación de pregrado?

En la primera, titulada “¿Cuál es el sentido de hablar de calidad en la formación de pregrado?”, se debatió a partir de esta interrogante, con presentaciones de académicos de Sociología, Educación y Decanatura y de representación estudiantil. La Directora de la Escuela de Postgrado, Ximena Azúa, expuso la ponencia “¿De qué hablamos cuando hablamos de calidad?”, donde analizó cuáles son los aspectos necesarios de considerar para generar una forma de medir la calidad de manera estandarizada y de acuerdo a la realidad de las diferentes instituciones de educación pública. Según la académica, “la discusión en torno a la calidad es ideológica y necesaria de dar sobre lo que tenemos que hacer ante una nueva ley de educación superior”, puntualizó.

Por su parte, el profesor Christian Miranda del Departamento de Educación presentó "La crisis del sistema de educación pública y el sentido de hablar de calidad de la formación de pregrado". Durante su exposición, realizó una revisión crítica del desarrollo que ha tenido el sistema de educación superior, una mirada del ideal de igualdad, así como también entregó conclusiones y propuestas para operacionalizar la calidad, cuestionando si se trata en realidad de calidad o justicia social.

Del Departamento de Sociología, el docente Víctor Orellana analizó la "Calidad de la educación superior: límites y posibilidades desde un abordaje socio-histórico”, incluyendo un abordaje histórico-sociológico de por qué se está hablando de calidad y cuáles son los límites y posibilidades que ofrece esa noción para los objetivos de una universidad pública como la Universidad de Chile.

Cerrando la primera mesa, el Vicepresidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales (CECSo) entregó sus comentarios respecto de cuáles son las implicancias de hablar de calidad en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, cuyo sentido es ideológico y político, además de tener, hoy en día, un carácter mercantil.

¿Qué se entiende por calidad en la formación de Pregrado en la Facultad de Ciencias Sociales?

La segunda mesa, titulada “¿Qué se entiende por calidad en la formación de Pregrado en la Facultad de Ciencias Sociales?”, estuvo marcada por la intervención de María Antonieta Urquieta, jefa de carrera de Trabajo Social, entre otros académicos como María Elena Acuña y Jesús Redondo (ver más arriba), quien planteó como interrogante central ¿cómo mejorar la calidad formativa desde una Facultad de Ciencias Sociales? Como respuesta dijo que “la calidad debe garantizar que la oferta de nuestros programas formativos de cuenta de una serie de condiciones suficientes para abordar con equidad y, consistentemente, las condiciones de complejidad de los fenómenos sociales que actualmente enfrenta nuestro país”.

El estamento de los funcionarios también se hizo presente en la voz de Natalia Navarrete, Secretaria de Estudios, quien se refirió a las implicancias del trabajo de funcionarios no académicos en la calidad de la formación de Pregrado y la dificultad de encontrar un concepto de calidad que contemple parámetros e indicadores medibles para determinar niveles de realización. “Se debe reconocer que no es una definición estática, sino que fluye y varía dependiendo de las realidades locales a las que se limita”, comentó.

Preocupación continúa por la calidad

La jornada triestamental, realizada el 27 de septiembre, contó también con la conferencia magistral “Dialoguemos sobre Calidad” de María José Lemaitre, socióloga de la Universidad Católica con estudios de postgrado en educación y Directora Ejecutiva del Centro Interuniversitario de Desarrollo (CINDA).

Lemaitre presentó los resultados de su proyecto ALFA “Aseguramiento de la calidad: Políticas Públicas y Gestión Universitaria”, financiado por la Unión Europea y ejecutado por CINDA. Éste convocó a, aproximadamente, 23 universidades de 17 países para comenzar a mirar qué ocurría con el aseguramiento de la calidad en las instituciones, con el fin de saber qué sucedía en las instituciones y si el trabajo de acreditación tenía un impacto más allá de generar estadísticas.

La socióloga enfatizó en que “la calidad no debería ser una preocupación reactiva que se genera en momentos de acreditación, sino que debería ser continua”. Al hablar de calidad, surgen dos miradas complementarias: una retrospectiva que reflexione sobre cuánto hemos avanzado y cuál es el resultado conseguido, esto es la acreditación. Y otra mirada prospectiva orientada hacia la interrogante ¿cuánto falta? y ¿qué tenemos que hacer para lograr el resultado esperado? Esta mirada es lo que da sentido a la gestión de la calidad.

Al respecto, lo básico en la gestión de la calidad es definir la misión y visión institucional que debe ser realista y contemplar un análisis FODA. Esto permite hacer un diagnóstico para llegar a un lenguaje común. En este sentido, “un concepto que es clave cuando se discuten temas de gestión de calidad es el de factor de calidad. Al actuar sobre los factores de calidad, es posible transformar los componentes del sistema en una dirección que afecta (positiva o negativamente) la calidad total de la institución. Si no se pueden cambiar se convierten en restricciones”, afirmó.

Este encuentro culminó con un taller de discusión triestamental, marcando así el inicio a un trabajo de largo plazo sobre el concepto de calidad en la educación superior. Lo que busca la comisión de evaluación y seguimiento, en conjunto con la Escuela de Pregrado, es construir una definición de calidad que sea propia de la Facultad de Ciencias Sociales, la que contribuirá en la elaboración de un modelo de aseguramiento de la calidad en la facultad.

Se busca que este modelo sea una herramienta que facilite y permita llevar a cabo mecanismos de autoevaluación continuo y estandarizado, que nos dote de información para generar las acciones necesarias para asegurar la calidad formativa en las carreras impartidas por nuestra Facultad.

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