Entrevista al profesor Rodrigo Baño, senador de la Universidad de Chile:

"La democracia siempre es algo inalcanzable"

Prof. Rodrigo Baño: "La democracia siempre es algo inalcanzable"

Desde el año 2012, el sociólogo, académico e investigador Rodrigo Baño participa en el proyecto investigativo encabezado por Roberto Aceituno, junto a investigadores de sociología, psicología, odontología, artes y economía de la Universidad de Chile y de la Universidad de Valparaíso. En este proyecto también participan profesores de la Universidad París VIII y Paris V, entre otros, que en conjunto indagan e intervienen en los entornos culturales asociados al malestar social en Chile.

Rodrigo Baño también ha trabajado en el Centro de Investigación de Estructura Social (CIES) dirigido por el Prof. Raúl Atria. A través del estudio de datos censales y encuestas se busca conocer qué ocurrió con algo que “es muy misterioso”, según Baño, y que es la transformación de la estructura social en Chile, donde en los últimos años “las categorías sociales que existían ya no funcionan hoy”. Para el sociólogo, en Chile ha variado no sólo la pertenencia a categorías del empleo, sino que ha cambiado el carácter de la relación laboral, de ahí que se haya minimizado la llamada “clase obrera industrial”, entre otros notorios cambios de esta sociedad.

El sociólogo y senador de la Universidad de Chile habitualmente investiga, analiza y critica la coyuntura política chilena mediante la recopilación de información publicada en medios de comunicación, datos provenientes del Servicio Electoral (Servel) y otras fuentes documentales. Compartimos esta entrevista donde discutimos sobre las emociones en la política, la protesta social, la asamblea constituyente y la participación política con un sociólogo crítico y que desconfía de la democracia.

Acerca de la investigación que ha desarrollado sobre el malestar con otros investigadores ¿qué tipo de malestares analizan?

De alguna manera, el estudio se nutre de las manifestaciones del malestar que surgieron en Chile a partir del siglo XXI, principalmente de tipo estudiantil, medioambientalista, entre otras. La gente no está conforme, pero nadie sabe bien por qué no lo está. Al respecto, han ocurrido varias cosas. Desde una perspectiva política, cada vez hay una separación muy importante entre la autoridad política y la población. No existen partidos políticos, la gente no está involucrada o no participa en ellos como sí lo estaba hasta 1973, cuando prácticamente todos estaban involucrados, las personas abrazaban causas, todos se sentían parte de “algo”. Eso se perdió, ya no hay identidades políticas, los partidos políticos son un conjunto de dirigentes y máquinas electorales.

Dentro del malestar, pueden influir muchos factores, por ejemplo ha influido mucho la llegada masiva del crédito. Antiguamente, el financiamiento a través de crédito no era tan cotidiano. Naturalmente la dinámica del préstamo genera una sociedad angustiosa. Estar endeudado significa que el futuro lo tienes comprometido, pues no puedes quedar sin trabajo ni dejar de producir... y existe la posibilidad de que esto suceda.

¿Qué otra razón motivaría esta tensión social?

Hay un elemento que es primordial y que nadie ha tomado mucho en cuenta; es la búsqueda de la comunidad. El ser humano vive en comunidad y necesita sentirse parte de algo, eso explica que poco a poco la sociedad misma se haya ido “tribalizando”. Antes, la gran tribu eran los partidos políticos, si bien la mayor parte no era miembro, sí, al menos, simpatizaba con alguno de ellos, se sentíaq parte de ellos. Eso desapareció y ha sido reemplazada por la tribalización vinculada al fútbol, a estilos musicales, a comunidades y sectas religiosas, a los barrios, al reconocimiento de diferencias culturales, etc.

A su vez, estos grupos se transforman en una especie de cofradía que, muchas veces, no se aceptan entre sí…

Sí, la comunidad se robustece a través de la pelea con el otro. Es decir, uno debe definir un otro que es enemigo para fortalecer la comunidad y así se definen en tanto negación del otro. Esto ocurre con las minorías sexuales, con el deporte o la música. Así nos llenamos de tribus y manifestaciones comunitarias. La comunidad es una unión sentimental, no racional, y estas manifestaciones son irracionales, es el sentirse juntos, no es el pensarse. En Chile, nuestra sociedad debe entenderse también considerando este aspecto de comunidad, que está presente incluso en las denominadas manifestaciones de protesta. Más allá de la racionalidad de ideas e intereses, cuando se realizan marchas, las personas se sienten con otros, son parte de ese todo que se mueve, sin importar mucho lo que están reclamando. Más allá de lo racional –pensar en un objetivo para luego movilizarme– está lo emotivo, y hay mucho de emotividad en esos actos, emotividad que no tiene otra salida.

Los festivales musicales, como Lollapalooza y tantos otros, son una eclosión de irracionalidad, de emotividad que constituye comunidad. Por eso son tan multitudinarios y pueden desembocar en actos de violencia, porque la violencia es acción y la gente se siente en la acción, no se piensa. Es decir, tú eres parte de un grupo cuando actúas con otros. Entonces, parece interesante observar esta búsqueda de comunidad. La sociedad moderna está conformada por personas muy aisladas, simbólicamente es el individuo solo frente a la pantalla grande o pequeña. Ese elemento, insisto, no se analiza mucho, porque se sigue pensando en el ser humano como un ser racional, sin reparar que es racional parcialmente y sólo algunas veces. Uno actúa fundamentalmente por hábito y automatización, de lo contrario, si las acciones se pensaran, las personas no llegarían a ninguna parte. Además, las motivaciones a la acción suelen ser más emotivas que racionales.

NUEVAS MIRADAS SOCIOLÓGICAS

-En la Revista Análisis del año 2013 señaló que hoy se habla mucho de “procesos”, como es la “democratización” en vez de hablar de democracia o “construcción de identidad” en vez de identidad. ¿Qué ha ocurrido en la sociología política que analiza y entiende estos conceptos clave como procesos en transformación?

Es una transformación no solamente a nivel de sociología política, en general en sociología se ha tendido más a emplear conceptos dinámicos en vez de conceptos estructurales. Esto del cambio de perspectivas se viene dando hace mucho tiempo, Heráclito y Parménides incluidos, y a futuro –dentro de poco– vamos a dejar de hablar de proceso y volveremos a hablar de estructura. Hoy se habla más de procesos, porque se supone que no hay un producto acabado sino que se está haciendo. En política ya se ha dicho que La democracia siempre es algo inalcanzable, pues cada vez hay más exigencias respecto al proceso de democratización. Incluso respecto a la participación electoral: En un momento, se exigió que votaran los adultos con renta, después los adultos que supieran leer y escribir, luego las mujeres también, después que los mayores no fueran tan mayores. Respecto a los derechos, se empezó con el habeas corpus, después los derechos individuales, después los derechos llamados segunda y tercera generación.      

¿Usted está de acuerdo en analizar la sociedad a partir de procesos? 

No estoy de acuerdo ni en desacuerdo, veo que son perspectivas que se adoptan en determinada situación histórica. Lo que pasa es que, generalmente, la sociología no se mira a sí misma con criterio sociológico. Es una cosa muy divertida: se plantea un tema y los investigadores se dedican a él. Sin embargo, nunca se preguntan ¿por qué actualmente es importante tal tema? O ¿por qué ahora hay que plantearse los temas como procesos? Es decir, no solamente preocuparse del problema sino que también qué hace que una sociedad problematice en torno a un determinado ámbito de reflexión y lo haga desde cierta perspectiva.

REPOLITIZAR EL PAÍS

En relación a la coyuntura nacional política ¿Piensa que hay que modificar o rehacer la Constitución?

La Constitución no es ninguna maravilla, pero en general más me preocupan las prácticas. Hay países que tienen amplios derechos y participación. Inglaterra no posee Constitución, Estados Unidos tiene una constitución que data del siglo XIX, y dependen mucho más de cómo funcionan los organismos que de las constituciones en sí.

¿Piensa que la Asamblea Constituyente es el mecanismo idóneo para validarla?

Yo creo que va a haber cambios con el nuevo gobierno. Lo que no entiendo es la disputa por la asamblea constituyente. Se puede discutir, en primera instancia, si el Congreso o la asamblea transformarán la carta fundamental cuando haya claridad sobre qué es la  Asamblea Constituyente. Nadie lo dice. ¿Cómo se escoge a quienes conformarán la asamblea? ¿Con paridad de género? ¿Incluye participación de las minorías indígenas y sexuales? ¿Habrá participación etaria proporcional y de representantes de las organizaciones sociales? Mientras no se aclare el fin de su uso, es absurda su discusión. La idea de la asamblea constituyente surge, fundamentalmente, por el desprestigio y disconformidad con el parlamento.  

-Sobre el sistema de votación ¿está de acuerdo con la implementación del voto voluntario?

Los dos caminos han sido utilizados (voto obligatorio y voluntario) en distintos países y momentos, y los resultados más bien dependen de lo que ocurre en las sociedades. Generalmente con voto obligatorio vota más gente, sin embargo en Chile con voto obligatorio se llegó a que cerca de la mitad no participara, mientras que con voto voluntario en otros países se ha obtenido más alta participación. Pero votación no significa politización. En el plebiscito de 1988 casi se alcanzó votación plena y sin embargo mis estudios de esa época mostraban una fuerte despolitización.

Es muy importante señalar que en este momento  existe la generalizada impresión de que la política parece incide. Cuando se saca al Estado de una intervención visible y se presenta como subsidiario surge una despolitización. El proceso de politización implica un involucramiento con lo que ocurre, si uno no se siente involucrado, todo se reduce al trabajo y consumo sin ver cómo se vincula la política en la vida cotidiana. En esas circunstancias no hay incentivos a la constitución de sujetos colectivos a partir de conflictos que se expresen en alternativas de destino de la sociedad en que se vive.

-A futuro ¿augura una repolitización de la sociedad chilena?

Yo creo que sí hay una repolitización expresada en las movilizaciones sociales y en fenómenos de liderazgo como Bachelet y otros que pueden surgir. No necesariamente se tratará de un proceso duradero, y es que todo depende de cómo se procesen socialmente los conflictos. Aquí viejos temas como los de ideología y estructura social tienen relevancia.

-En su artículo de la última revista Análisis dijo que en 1979 se implantaron modernizaciones en el ámbito de lo laboral, previsional, salud, educación, judicial, agricultura y regionalización ¿Piensa que con este nuevo gobierno se puedan derribar o si quiera modificar algunos de estos pilares de la dictadura? 

Pienso que sí, pero no es nada de fácil, porque la ideología se ha hecho parte de las personas. La gente cree en la cuestión del logro y el mérito personal, cree que a través de la educación se podría alcanzar la igualdad, cree en el emprendimiento. Hay una desconfianza y hasta una demonización del Estado. La idea de que el Estado somos todos desaparece y se le ve como un aparato ajeno y hostil, tanto desde la derecha como de la izquierda. Esto se expresa incluso en discusiones absurdas respecto de qué es una universidad pública o privada. Nadie cuestiona la tremenda injerencia que tiene la iglesia católica en la educación de los chilenos, pero se cuestiona que el Estado pretenda aumentar su participación en ésta. Incluso parece normal que el Estado concurra a financiar a la Universidad Católica, que no sólo es aquí privada, sino que pertenece  otro Estado, que es el Vaticano. El predominio neoliberal lleva a hacer olvidar que el Estado, que somos todos, debe garantizar derechos igualitarios para todos y que ellos deben financiarse por todos según principios de justicia proporcional en que los que tienen más aportan más. Tanto en la educación como en la salud debieran pagar más los que tienen más a través de los impuestos, garantizando derechos igualitarios.   

Durante la década del 60 a nadie se le ocurriría pensar que un servicio público se tuviera que pagar, ya que lo público es lo que te da derecho. No te pueden cobrar por andar por la calle porque es pública, pero ahora si te pueden cobrar cuando transitas en automóvil porque se han privatizado las autopistas y todos lo aceptan, creen que es obvio. Ese tipo de cambios tan profundos, de desmontar aquellas "modernizaciones", son muy complejos de llevar a la práctica. Incluso en la universidad donde se suponen que están las mentes más lúcidas también estamos imbuidos en esta ideología, y en una población popular eso es mucho más fuerte. Son procesos largos que requieren liderazgo y concientización de la sociedad, y no sé si llegaremos alguna vez a tales modificaciones.

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