Qhapaq Ñan: más allá de una red vial, una conexión sociocultural para las comunidades andinas

Qhapaq Ñan: más allá de una red vial, una conexión sociocultural

En los últimos años, las investigaciones relativas al impacto multidimensional de la red de caminos inca Qhapaq Ñan ha abierto puentes de trabajo colaborativo entre arqueólogos sudamericanos, entre ellos chilenos, así como estrechar la vinculación con comunidades de la zona andina, cuya vida cotidiana ha sido impactada no sólo vialmente, sino también socioculturalmente.

“Si bien el Qhapaq Ñan ha permitido cambiar la escala temporal, también ha cambiado la escala espacial de análisis. Ahora, cuando hablamos del fenómeno inca ya no hablamos de Cuzco ni un par de regiones, nos referimos en realidad a toda el área andina”, comenta Giancarlo Marcone, Secretario Técnico de la Comisión Nacional de Qhapaq Ñan en Perú y Director General del Sistema de Museos del Ministerio de Cultura del Perú.

El investigador peruano participó del Conversatorio "Qhapaq Ñan, Comunicación y Cultura en el Chile incaico", que se realizó el 05 de septiembre en el Auditorio Julieta Kirkwood, el cual también contó con las ponencias de Mauricio Uribe, académico de la U. de Chile, y Rubén Stehberg, ex-funcionario del Museo Nacional de Historia Natural. La actividad fue organizada por el área de Vinculación con el Medio del Departamento de Antropología de la U. de Chile, coordinada por la profesora Flora Vilches, y la Embajada del Perú en Chile.

-¿Cuál es el impacto social de la construcción de la red de caminos incas Qhapaq Ñan apreciable en la actualidad, no solo para Perú sino que para la región latinoamericana y a nivel mundial?

Hay varios impactos y tenemos que analizarlos bajo una perspectiva histórica. Primero, está el tema de cómo esa red vial terminó aglutinando un solo proyecto político, una serie de etnias y pueblos distintos. Esto, además, cobra mucha importancia porque es –en alguna medida– el problema que sigue teniendo el Perú y yo imagino que todos nuestros países, y es que que si bien son naciones-estados, somos un solo proyecto político todavía tenemos una diversidad (en todo ámbito) importante que no hemos solucionado.

Tenemos un quiebre con la llegada de los españoles que, finalmente, invisibiliza al indígena moderno, esto porque funcionamos bajo una lógica de “borrón y cuenta nueva”. El Qhapaq Ñan es un camino que –probablemente– se construyó en algunas partes incluso con posterioridad a los incas; los incas utilizaron y que siguió en uso después de los incas, y que en realidad en Perú buena parte de nuestro actual sistema vial está formado como extensión o semejanza al Qhapaq Ñan. Entonces, nos da una lección del pasado, del presente, pero sobre todo hace que este pasado y presente estén comunicados en el paisaje.

Nuestro paisaje, a veces, parece muy natural, muy agreste pero en nuestros países hay personas viviendo hace más de 5 mil años. Entonces, pensar que nunca se tocó este paisaje es un poco inocente.

En realidad, lo que somos ahora es la consecuencia de una acumulación de experiencias, como por ejemplo, el Qhapaq Ñan en relación a caminos coloniales, caminos republicanos y caminos actuales.

-¿Las comunidades más próximas cómo se han visto enriquecidas con el legado de esta construcción incaica?

Resulta problemático tener una respuesta simple porque lo primero que aprendimos tratando de gestionar el Qhapaq Ñan es que cada comunidad posee un interés propio y reacciona de manera distinta.

En algunas zonas se defiende el derecho a participar en lo que puede ser un negocio rentable y sostenible. Hay otras zonas donde, en realidad, el proyecto Qhapaq Ñan significa la presencia del Estado peruano con las deficiencias que a veces presentan nuestros estados.

Persisten zonas del camino que están todavía en uso y esas son, de alguna forma, las más peligrosas porque si patrimonializamos sin mucha reflexión esa parte del camino que usan, estaríamos patrimonializando la vida de esa gente. Entonces, tenemos una gran variedad de respuestas con respecto a la comunidad. Lo que pensamos es que la solución debe incorporar a los habitantes en la decisión. Hacer un trabajo con ellos, no solo convencerlos de que Qhapaq Ñan es importante, sino dotarles de responsabilidad y decisión. Es ahí cuando comienza a tener sentido para ellos el Qhapaq Ñan.

-¿Cuáles son los hallazgos o conclusiones más recientes en Perú respecto del uso, utilidad y valor del Qhapaq Ñan?

Es una pregunta bastante difícil pues se trata de un proyecto más patrimonial que netamente arqueológico. Durante la primera época caracterizada por la conquista española, tendíamos a pensar que el virreinato llegó y se estableció casi inmediatamente.

Hemos encontrado una importante continuidad en el uso (de los caminos) entre los períodos incas y colonial temprano, y nos está cambiando un poco los esquemas, sobre todo en una disciplina como la arqueología, la cual –al menos en Perú– dependía mucho de la etnohistoria.

Por décadas, lo que hacía la arqueología era tratar a la etnohistoria como verdad y la arqueología tenía que confirmar esta verdad. Ahora, más bien, hemos aprendido a emplear la etnohistoria como dato arqueológico. Entonces, utilizamos la información etnohistórica como información geográfica; información de distribución de población y esa se está comparando con la arqueología.

Comenzamos a encontrar, inclusive, redes de camino más complejas que aportan mayores datos relativos a la administración o gobierno inca, confirmando algunas cosas y desbancando otras. Muchas veces permanece la idea de esta presencia férrea y hegemónica que, en realidad, es mucho más simbólica que necesariamente directa.

Si bien el Qhapaq Ñan nos ha permitido cambiar la escala temporal, también nos está permitiendo cambiar la escala espacial de análisis. Ahora, cuando hablamos del fenómeno inca ya no hablamos de Cuzco ni un par de regiones, nos referimos en realidad a toda el área andina. Desarrollamos intercambios con arqueólogos chilenos, argentinos, ecuatorianos. Tenemos discusiones, en general, y eso trae, a su vez, reflexiones –que ahora están muy de moda– sobre la idea de que las provincias del sur eran tardías, mientras que Chile y Argentina no eran tan tardías.

Entonces, yo creo que el Qhapaq Ñan y la investigación a nivel arqueológico nos está, de alguna manera, remeciendo algunos supuestos que teníamos de los incas, que habían sido construidos desde la etnohistoria. Ahora, construimos desde el paisaje, lo cual me parece que –en principio– es una mejor manera de pensar la historia.

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