Por Prof. Roberto Fernández Droguett, Psicólogo y docente del Diplomado en Metodologías Cualitativas de Investigación Psicosocial (*)

¿Y estos mapuches son gays? Una reflexión a propósito de las marchas por la diversidad sexual y por la dignidad mapuche

¿Y estos mapuches son gays? por Prof. Roberto Fernández Droguett

En la XIV Marcha de la Diversidad Sexual realizada recién pasada, durante el acto que tradicionalmente se realiza previo a la marcha misma por la Alameda, donde diferentes organizaciones y colectivos presentan su apoyo a la manifestación, intervinieron unos activistas mapuches. En su discurso, hicieron referencia a los mapuches en huelga de hambre, así como a la exclusión que tanto la comunidad homosexual como los mapuches han sufrido históricamente. Asimismo, señalaron que tal como ellos como mapuches se hacían presente en la marcha de la diversidad, ellos esperaban ser apoyados en la marcha con que tradicionalmente protestan con ocasión de la conmemoración del 12 de octubre "Día de la raza", este año 2012 bajo la consigna "de pie contra el colonialismo y sus fuerzas de ocupacióncon dignidad construyendo nuestra liberación".

Mientras estos activistas daban su discurso, escuché a una persona preguntarle a otra "¿y estos mapuches son gays?". En un comienzo la formulación de esta pregunta me produjo cierto impacto, en la medida que por una parte se alejaba del discurso que la generó (claramente la presencia mapuche se inscribía en una reivindicación política donde la identidad sexual no era tema), pero por otra parte era una pregunta con cierto grado de pertinencia relativa al contexto (la presencia de cualquiera persona en dicha manifestación termina interpelando su sexualidad). En este sentido, la pregunta por la identidad sexual de los activistas mapuches presentes en la manifestación permite abordar algunos aspectos significativos de manifestaciones como la marcha de la diversidad sexual y la marcha del 12 de octubre: ¿cómo se ponen en juego las pertenencias identitarias de quienes participan en estas marchas?, ¿cómo se relacionan estas pertenencias con las posturas políticas que se despliegan en dichas manifestaciones?, ¿de qué forma lo diverso aparece como noción que identifica a sectores excluidos como los homosexuales y los mapuches?

Aún cuando la convocatoria original de la marcha de la diversidad sexual se encuentra en la idea del Orgullo Gay, esta marcha ha derivado en nuestro país a ser una marcha por la diversidad. Esta diversidad no solamente convoca a las diferentes identidades sexuales que se alejan de la heteronormatividad dominante sino también a otros sectores sociales que se identifican con lo diverso, como los mapuches, pero también activistas de otras causas (como el cultivo libre de la marihuana por nombrar alguna) y partidos y grupos políticos, mayormente de izquierda. Sin embargo existen diversas formas de entender el concepto de diversidad en la marcha. La pregunta por la sexualidad de los activistas mapuches da cuenta de una forma de concebir la diversidad en sus parámetros exclusivamente sexuales. Resulta interesante preguntarse si la explicitación de la (homo)sexualidad de aquellos mapuches hubiera producido una mayor legitimidad de su presencia.

Para otros sectores, la diversidad supone una postura política contra la discriminación y la exclusión social, postura que suele traducirse en demandas de tipo institucional como la ley contra la discriminación o el matrimonio homosexual. También cabe destacar que hay sectores que participan en la marcha desde la lógica de la disidencia más que de la diversidad, donde más que promover estrategias de inclusión lo que se busca es poner en tensión las bases culturales y políticas no solamente de la identidad sexual sino del orden social en general.

En la marcha del 12 de octubre también existe cierta diversidad entre los manifestantes que participan de la convocatoria. Si bien la convocatoria ha dependido generalmente de organizaciones mapuches, en la marcha también participan representantes de otros pueblos indígenas, así como sectores sociales que adscriben a las demandas de estos pueblos y a luchas políticas de diverso tipo (partidos y colectivos de izquierda, agrupaciones de derechos humanos, organizaciones territoriales, grupos artísticos, organizaciones ecologistas e incluso la barra del club de futbol Colo Colo, la Garra Blanca). Sin embargo, la diversidad identitaria de los manifestantes se inscribe en una visión política más homogénea que la presente en la marcha de la diversidad sexual.

Esta visión política se caracteriza por una perspectiva crítica y contestataria no solamente de la forma como el Estado chileno ha abordado la relación con los pueblos indígenas, sino también del modelo de desarrollo económico, político y cultural imperante en Chile. En este marco político mayormente contestatario, el activismo gay no ha tenido una presencia visible en la marcha del 12 de octubre. Cabe preguntarse si la invitación de los activistas en la marcha de la diversidad sexual implicará la asistencia visible de activistas gay. También cabe preguntarse por la recepción de la eventual participación de estos activistas, especialmente considerando que este ha sido un espacio social donde no se cuestionan los parámetros de la identidad sexual (aún cuando haya un cuestionamiento respecto de las identidades nacionales y étnicas). Probablemente haya quienes puedan interpretar esa posible presencia como una ampliación de los sectores sociales que adscriben a la causa de los pueblos indígenas, pero también es factible que la pregunta por la sexualidad de los mapuches en la marcha de la diversidad se vuelva a repetir, pero ahora bajo la lógica del escenario del 12 de octubre, ¿y estos gays, son mapuches o de algún pueblo indígena?

Más allá las eventuales dificultades para comprender el lugar del otro en la manifestación propia (el lugar de los mapuches en la marcha gay, y el lugar de los gays en la marcha del 12 de octubre), podemos considerar que la articulación de diferentes sectores excluidos, sea por sus pertenencias sexuales, políticas o étnicas, fortalece a cada uno de estos sectores en sus luchas particulares a la vez que contribuye a la consolidación de un movimiento social cada vez más heterogéneo, plural y diverso, donde las posiciones particulares se articulan con demandas y reivindicaciones de carácter transversal. Sin embargo, una de las cuestiones relevantes sobre esta transversalidad respecto de la cual es necesario seguir reflexionando es si se inclina hacia posturas de ampliación de derechos a través de mecanismos políticos y legales propios de la institucionalidad actual, o si se inclina hacia un cuestionamiento de estos mecanismos y el desarrollo de estrategias más radicales de cuestionamiento y transformación social.

Finalmente, cabe destacar que tal como me comentaba una colega, tanto la Wiphala (bandera de la diversidad indígena) como la bandera que representa al mundo gay están compuestas de un conjunto de colores que las hace ver muy parecidas en términos visuales. Ambas banderas remiten a la noción de diversidad, aunque en marcos diferentes. Quizás más que preguntarnos por la pertenencia sexual o étnica de estas banderas, debamos preguntarnos por los contenidos políticos que construyen y promueven.

 

 

(*) Es Magíster en Psicología Social y candidato a Doctor en Arquitectura en Estudios Urbanos de la Universidad de Chile. Académico departamento de Psicología de la Universidad de Chile. Docente de pregrado en los cursos de Psicología Social y Metodología Cualitativa de Investigación. Docente del curso transversal de Metodología Cualitativa de Postgrado y docente del Diplomado en Metodologías Cualitativas de Investigación Psicosocial en la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile

 

 

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