Hoy, no cabe duda que Chile no es el mismo país en el que vivíamos hasta antes del pasado 18 de octubre 2019. Ese día, miles de ciudadanos(as) salieron a las calles a reclamar por lo que consideran más de “30 años de abuso” de un sistema Neoliberal implantado a sangre y fuego durante el período de la dictadura Cívico-Militar (1973 - 1989), y que hoy tiene a nuestra sociedad motivada en cambiarlo todo, desde las mismas bases constitucionales.
Los efectos que este proceso ha tenido en nuestra sociedad se van escribiendo día a día en estos casi tres meses de movilización que, si bien fueron gatillados por el movimiento social estudiantil, actualmente involucran a bastos y amplios sectores sociales que han decidido tomar las banderas de lucha contra un poder elitista y conservador que parece aún no comprender la magnitud del conflicto.
“En este escenario diferentes pugnan fuerzas: unas que -desde abajo- empujan por la transformación estructural del país, o al menos, cambiar el orden jurídico-normativo como uno de los pilares que sostiene los privilegios de unos pocos; y otras fuerzas donde los acuerdos realizados por arriba -entre las cúpulas partidistas, pero también los empresarios- prometen transformaciones que permiten finalmente mantener el orden social”, explica la académica del Depto. de Trabajo Social, Paula Vidal, en su reciente articulado titulado “Octubre rojo chileno y el levantamiento contra el Neoliberalismo” (Revista Nuestra América XXI: Desafíos y Alternativas, N° 39) .
Al respecto, uno de los principales hitos se dio el 15 de noviembre pasado cuando los partidos políticos acordaron iniciar el proceso que pusiera término a la Constitución de 1980 que hoy nos rige. “Sin embargo, aun iniciado el proceso constituyente para una nueva Constitución, la crisis no se resolverá mientras no se haga Justicia y reparación a las graves violaciones de derechos humanos, ni se genere un paquete de medidas sociales que signifique restituir derechos que cambien las condiciones de vida de la mayoría de la población. Hoy el pueblo de Chile no ha conseguido sus demandas, por ello, más que nunca, se debe mantener la movilización en la calle, la organización social y popular, presionando en todos los espacios por una Asamblea Constituyente, por Justicia y reparación a las víctimas de violación de derechos humanos y por garantizar derechos sociales”, señaló Vidal.
Para leer el artículo completo de la académica, publicado en la revista Nuestra América XXI: Desafíos y Alternativas N° 39, descárgalo aquí.