Dicha discusión ha dado pie tanto a un profundo cuestionamiento sobre la realidad que viven nuestros estudiantes, funcionarios y académicos, como a la creación efectiva de nuevos mecanismos de acceso como es el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa (SIPEE) o el Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género (PEG) en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Hoy en día, si bien se habla sobreDiversidad e Inclusión en nuestra casa de estudios, muchas veces esto se hace con ligereza y sin un sentido preciso sobre lo que estos conceptos quieren decir. Cuando hablamos de políticas de Inclusión, nos referimos a la forma en que la institución educativa, en este caso la Universidad, debe cambiar y adaptarse a las características y necesidades de los y las estudiantes que recibe. Esto es distinto a la idea de integración, la cual busca adaptar a los estudiantes a las características de la institución.
En definitiva, se trata de modificaciones normativas, administrativas, de infraestructura, pedagógicas, culturales, entre otras, que busquen hacer de la universidad un lugar que permita que estudiantes de características distintas a las de los grupos tradicionalmente privilegiados puedan ingresar, permanecer y desarrollarse integralmente. Dicho sea de paso, las modificaciones en la sala de clases deben tener una importancia especial en la medida que se promueva que estudiantes con diferentes trasfondos sociales, económicos y culturales puedan igualmente aprender, pero a su propia manera. En otras palabras, hay que garantizar que las diferencias sociales no se transformen en desigualdades educativas.
Como era de esperar, tal perspectiva de cambio ha suscitado un amplio debate al interior de nuestra casa de estudios y de manera muy particular en nuestra Facultad. Justamente, es en FACSO donde se realiza la primera experiencia de “Cupos de Equidad”, antecedente del mencionado SIPEE. No obstante, a 5 años de iniciados esos debates ¿en qué pie se encuentra la Facultad de Ciencias Sociales en relación a la inclusión?
En primer lugar podríamos decir, que hay sentidos comunes que han cambiado en alguna medida. Por ejemplo, ya es incuestionable (al menos abiertamente) que los estudiantes que ingresan con puntajes PSU por debajo del corte van a poder rendir lo necesario como para poder egresar de sus respectivas carreras.
Sin embargo, hay que agregar que nos encontramos en un punto muy lejano del que quisiéramos estar en relación a ser una Facultad inclusiva y diversa. Esto, no solamente en relación a los estudiantes de menores recursos económicos, muchos de ellos siendo primera generación de sus familias en acceder a la educación superior, sino también a la realidad que viven lo/as estudiantes de regiones, extranjero/as, indígenas, minusválido/as, las mujeres y disidentes sexuales.
¿Se han preguntado sobre la experiencia que podría tener un estudiante ciego en una Facultad sin libros en Braille o uno que se desplace en silla de ruedas en un edificio que no tiene rampas?¿Sabían que en esta Facultad no sólo hay estudiantes que han renunciado a sus carreras por la discriminación a sus orientaciones sexuales, sino que también hay docentes que han renunciado producto del menoscaboe incluso la burla a su interés por las temáticas de género?¿estudiantes que han vivido un acoso permanente en el marco de su pololeo? ¿que los estudiantes que han ingresado por cupos deportistas son el sector con mayor índice de deserción dentro de nuestra unidad académica?
Todo esto ha ocurrido y seguramente sigue ocurriendo cotidianamente en FACSO. Tenemos que observar nuestras prácticas cotidianas de exclusión para generar una comunidad universitaria abierta y sin discriminación.Actualmente en FACSO hay 4 baños para atender a 952 mujeres, la misma cantidad para atender a 476 hombres y no existe ningúnbaño mixto que pueda servir, por ejemplo, a personas transgénero.
Ciertamente, las políticas de inclusión y diversidad han impulsado una fuerte revisión de nuestra realidad como Universidad, esa realidad que muchas veces preferimos ignorar o naturalizar porque es mucho más incómoda de reconocer. Es necesario debatir en conjunto lo que significa la diversidad, aprovechando que nos encontramos en una facultad que posee todas las herramientas para identificar y cuestionar los modos en que se reproducen las desigualdades sociales.
Nos encontramos en un buen pie para avanzar en transformar nuestra institución en un lugar que acoja, se nutra y aprenda de la compleja realidad social que vive nuestro país. Con la implementación de nuevos cupos de ingreso, con la publicación de informe sobre la disparidad de género que se vive en nuestra universidad, y otras prácticas y cuestionamientos diversos a todo nivel, se ha generado un impulso para producir cambios en nuestra Universidad. Es ese impulso el que debemos aprovechar para transformar a nuestra Facultad en un lugar modelo en cuanto a inclusión y diversidad de sus estudiantes, académicos y funcionarios.