Estudio que describe los requerimientos de las educadoras parvularias

La difícil encrucijada de la educación parvularia

La difícil encrucijada de la educación parvularia

Que “No existe unidad de sentido -consenso y claridad- en torno a la misión pedagógica de la educación de párvulos y su aporte al proceso de formación inicial de los niños y niñas en sus primeras etapas de desarrollo” (1), es uno de los principales y preocupantes resultados del estudio sobre requerimientos técnicos pedagógicos de las educadoras de párvulos en el marco de la Ley Subvención Escolar Preferencial ( SEP).

Esta duda en torno a la real función pedagógica de la educación de párvulos, provendría de muchos factores, entre ellos del desconocimiento de las bases curriculares de la Educación de Párvulos, del prejuicio en torno a las profesionales y a este tipo de educación inicial y de manera primordial, debido a las exigencias que cada vez más, hacen de esta etapa, sólo la preparación para los niveles básicos que le siguen.

El estudio fue realizado por el académico del Departamento de Antropología Dimas Santibáñez, junto a un equipo del Programa Pulso compuesto por las antropólogas María José Torrejón, Cynthia Meersohn, Pamela Jorquera, más la antropóloga vinculada Gabriela Egaña. Como asesora experta en temas educacionales, se contó con el apoyo de la profesora María Eugenia Parra, docente del Departamento de Educación de nuestra Facultad.

La investigación fue encargada por la División de Educación Parvularia del Mineduc, en el marco de la aplicación de la Ley SEP, que entrega una subvención adicional por los alumnos que son identificados como prioritarios por sus condiciones socioeconómicas. Según esta ley, además de entregar recursos, se exige la suscripción de variados compromisos por resultados educativos, involucrando en ellos a toda la comunidad escolar.

Aunque la promulgación de la ley SEP se dictó en 1990, es durante el año 2008 cuando se amplía la cobertura para el primer nivel de transición, por medio de la incorporación del nivel educativo inicial, contemplándose de esta forma, recursos con carácter permanente.

Dado este antecedente es que el Ministerio de Educación se propuso -a través del estudio encargado al Prof. Santibáñez-, por una parte conocer las auto percepciones de la educadoras de párvulos y las evaluaciones formuladas desde los niveles directivos de los establecimientos educacionales en dos ámbitos: los requerimientos de estas profesionales en materia de práctica pedagógica, gestión educacional y curricular; y sus necesidades en materia de gestión institucional, participación en la comunidad educativa y vinculación con la comunidad.

“Existía una carencia de información en cómo apoyar a las educadoras parvularias en el proceso de integración a la educación general. No se tenía información de qué requerimiento tenían ellas para abordar ese desafío”, explica el Dimas Santibañez.

Los investigadores se centraron en 25 establecimientos municipales y particulares subvencionados de la Región metropolitana que poseen convenio para recibir la ley. Además se utilizó la categorización de escuelas autónomas y emergentes: las primeras han mostrado sistemáticamente buenos resultados educativos de sus alumnos en las pruebas SIMCE; y las segundas no lo han hecho sistemáticamente.

Las técnicas utilizadas fueron 34 entrevistas a directores, jefes de UTP, profesores de NB1 y educadoras de párvulos; además de 6 grupos focales donde participaron educadoras de párvulos de los niveles de transición 1 y 2; y 3 estudios de casos que incluyeron observación en aula.

Cuál es el aporte de la educación inicial

Aunque esta investigación no pretende ser representativa a nivel nacional, sí emergen muchas tendencias que a juicios de los entendidos en la materia se confirman constantemente en el ejercicio profesional de las educadoras de párvulos.

La principal de ellas es que existiría una profunda tensión entre las tendencias escolarizantes de la educación formal que tienden hacia la rigidez e imposición de la norma, y la práctica pedagógica característica del ethos de la educación parvularia centrada en el proceso de aprendizaje y en la integralidad.

Esta tensión, que vuelve difusa la misión, sentido y valor de la educación parvularia, se vería principalmente reflejada en el abandono de ciertas metodologías de enseñanza propias de la educación inicial, con las consecuencias que ello trae para los niños. La integrante del equipo que realizó el proyecto, María José Torrejón, considera que “se le está pidiendo al kinder que sea el nuevo primero básico, por lo que la metodología didáctica se empieza a perder (…) se privilegian los espacios más formales como mesas, sillas, orden, mirar hacia el frente, etc.”.

Las presiones vendrían de los propios establecimientos educaciones, de las expectativas que poseen los padres, de la sociedad en general y hasta de las mismas educadoras de párvulos. Para la asesora del proyecto, María Eugenia Parra, se pierde el sentido de la educación inicial cuando a esta se le hacen las mismas exigencias de la educación formal: “se está pidiendo que la educación parvularia haga un apresto que debiera ser hecho en la misma educación básica y no parvularia (…) La educación parvularia no debería perder su identidad, aquella que le hace proveer de conocimiento a los niños, pero de acuerdo al estado de desarrollo en que se encuentran”.

¿Pero cómo superar, por una parte, esta permanente escolarización de la educación inicial y por otra el trauma que podría significar para los niños pasar de un método de enseñanza integral, a uno prioritariamente rígido? Los expertos en la materia el proponen un proceso de articulación más efectivo entre el párvulo y los primeros años de escolaridad básica.

Para el profesor Dimas Santibáñez, los primeros años de vida son vitales en el desarrollo de todas las potencialidades de los niños “y la idea fundante de la propuesta pedagógica parvularia, es que esas potencialidades se desarrollan en climas más integrales y tengo la impresión que el desafío es intentar que ese proceso se alargue. Dentro de la discusión específica en educación, esto se aborda a través de la temática de la articulación”.

“La idea es que el proceso se extienda hasta los primeros meses del primer año básico, de manera que haya procesos de transición más suaves”, comenta el académico del Departamento de Antropología. Por su parte, la profesora M. Eugenia Parra considera que “se produce literalmente un trauma, entre los niños que pasan de educación parvularia a educación básica en el sistema escolarizado, porque se rompe con el contínuum psicológico del desarrollo humano, que el sistema escolar actual no estaría considerando(…) La educación básica debiera continuar metodológicamente con esta forma que se utiliza en la educación parvularia y en forma paulatina ir produciendo una escolarización, pero jamás tan rígida como lo es actualmente”.

Estigmas y prejuicios asociados a la educación parvularia

Una serie de prejuicios que rondan a la educación parvularia y a las profesionales que la imparten - llamados problemas de orden simbólico en esta investigación-, son otros de los resultados que no vendrían más que a reforzar lo que efectivamente ocurriría en la realidad.

“Creo que hay prejuicios de tipo societales que se han instalado en las escuelas, porque no me cabe duda que los profesores de educación básica saben que la educación parvularia es ciertamente un nivel educativo. Sin embargo, les es muy cómodo coincidir con muchos padres que no tienen claro el carácter educativo de este nivel, que sólo la entienden como una instancia de cuidado, de asistencia y de guardería mientras ellos trabajan. Es decir no la connotan educativamente, creen que la educación parvularia es ir a jugar”, comenta la profesora María Eugenia Parra.

Que las educadora de párvulos “cuidan y juegan” con los niños son de las ideas más fuertes que componen el prejuicio en torno a estas profesionales. A esto se suma que en los establecimientos educacionales ellas se visten con ropas diferentes; están aisladas del resto, pues los párvulos no deben mezclarse con niños de niveles superiores; tienen horarios distintos; y generalmente no participan de la gestión institucional de las escuelas, lo que incide en el tipo de apoyo (recursos) que se les otorga para desarrollar actividades innovadoras.

Por otra parte, la débil inclusión institucional, estaría afectando fuertemente el grado de coordinación, comunicación y conocimiento del quehacer pedagógico de la educación de párvulos por parte del resto de la comunidad educativa. “En la cotidianeidad les cuesta mucho relacionarse con el resto, pues manejan un lenguaje muy distinto. Además, en las entrevistas a los jefes de UTP, se aprecia un gran desconocimiento de lo que realmente hacen las educadoras, por lo que ni siquiera pueden evaluarlas”, explica María José Torrejón.

El desconocimiento o la poca valoración de las bases curriculares de la educación parvularia (diametralmente distintas a las de los niveles básicos de educación), también provocan consecuencias, entre ellas, una heterogénea planificación académica. Esto repercute en el tipo y la calidad de la planificación de las actividades pedagógicas; además que se advirtió una creciente demanda por desarrollar los núcleos de lenguaje y matemática en desmedro de otros, tan o más importantes en esa etapa de la vida, como el social, emocional, lúdico, etc., lo que afectaría directamente  el principio de la integralidad de la educación parvularia.

El profesor Santibáñez comenta que aunque los objetivos de la investigación eran claros y precisos desde un comienzo, fue apareciendo con mayor fuerza el tema del prejuicio en torno a las educadoras de párvulos: “aparece lo social con mucha mayor potencia, pero que no está desvinculado de los demás objetivos. Emerge el tema de los problemas en las relaciones con el contexto, que las educadoras establecen en sus escuelas. El tema del prejuicio finalmente, es el aporte más sustantivo que a mi juicio hace este estudio”. Para el académico del Departamento de Antropología, esto le hizo mucho sentido a su contraparte de la División de Educación Parvularia del Mineduc, pues era algo que ya se venía percibiendo desde hacía tiempo.

Hacia la integración e inclusión

Como parte de las recomendaciones hechas por el equipo investigador al su contraparte del Ministerio de Educación, está el favorecer  el nivel de inclusión y participación de las educadora de párvulos en la gestión educativa de los establecimientos, a través de la difusión en la comunidad educativa de los principios de sus Bases Curriculares; de la generación de capacidades en ellas que les permitan comunicar los alcances de lo que realizan; y a través de la promoción del trabajo en equipo, que involucre a directivos y profesores de niveles superiores.

Al mismo tiempo, se sugiere validar el quehacer profesional de las educadoras de párvulos, reforzando sus propias capacidades y la figura de la Coordinadora de Párvulos, que hace de vínculo con las instancias institucionales; promoviendo los espacios reflexión y discusión entre pares, con el fin compartir experiencias y transmitir conocimientos; etc.

La profesora María Eugenia Parra llama a compartir las responsabilidades, pues insta a las universidades y al ministerio de Educación a que asuman el compromiso de formar liderazgos en educación parvularia y a las profesionales a que no subestimen su rol en el sistema educacional chileno. A través de esto “ellas podrán posicionarse adecuadamente tanto en la sociedad chilena, como entre sus colegas de otros niveles. La tarea también es de la profesión”.

El profesor Dimas Santibáñez ya había llevado a cabo un estudio anterior para la División de Educación Parvulario del Ministerio de Educación, por lo que este nuevo proyecto finalizado es la consecución de un camino lleno de aprendizajes, que el equipo espera proseguir.

Carolina Quiroga Bachur
Comunicaciones FACSO
Lunes 13 de julio de 2009



(1) Extracto del resumen ejecutivo de la investigación.

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