Kathy Bickmore (Canadá) ha consolidado una carrera en materia educativa, desde la investigación comparada y academia, en temas de educación para la paz y ciudadanía democrática. Es doctora en Educación Comparada Internacional por la Universidad de Stanford, y actualmente se desempeña como Profesora de Estudios Curriculares y Educación Comparada Internacional del Ontario Institute for Studies in Education of the University of Toronto (Instituto Pedagógico de Investigaciones en Educación de Ontario de la Universidad de Toronto en Canadá).
Ha coordinado proyectos de investigación en diversos países e instituciones, como la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas en Costa Rica. Dentro de sus investigaciones, destaca un estudio anti-bullying realizado en Japón, otro de educación cívica en Tula, Rusia, y educación para la paz en una escuela en Jamaica, por mencionar algunas.
Sus más recientes publicaciones incluyen la co-edición de libro Educación Comparada Internacional: Temas para docentes (Comparative and International Education: Issues for Teachers) (2017, publicado este mes). Así como varios artículos sobre el proyecto que presentará hoy, en co-autoría con alumnos de doctorado: dos con Diego Nieto en las Revistas Curriculum Inquiry y la Revista Española de Educación Comparativa y uno con Yomna Awad y Angelica Radjenovic, en Research in Comparative and International Education.
Desde 2014 a la fecha coordina un proyecto de investigación internacional comparado llamado Aprendizaje ciudadano para la construcción de una paz duradera en escuelas: Conexiones escolares con experiencias de vida. Este estudio incluye tres o cuatro escuelas en distintas ciudades de León, Gto., Toronto, Canadá, dos ciudades de Bangladesh, y Bogotá, Colombia.
Sobre sus resultados expuso en la conferencia “Democracia, Derechos Humanos y Educación Democrática en la Era de la Globalización”, el pasado 12 de julio en el Auditorio Julieta Kirkwood de la Facultad de Ciencias Sociales. La actividad fue organizada por el Magíster de Educación con mención en Informática Educativa, en conjunto con el Núcleo de Investigación en Formación Docente (IFODOC), y fue financiada por Fondecyt (N° 1170328). En la siguiente entrevista, ahonda más de esta investigación y de sus principales temas que cruzan la historia con las ciencias sociales.
-¿Qué conexiones y grandes diferencias ha notado en los sistemas escolares analizados en su investigación realizada en establecimientos educacionales de Canadá, Bangladesh y Colombia?
Bueno, la mayor sorpresa fue que hay mucha similitud, pese a que habíamos buscado contextos –aparentemente– distintos, pues la estructura de la escuela es muy globalizada. Entonces, los problemas de autoridad, de diferentes comprensiones sobre la convivencia y de paz, activa o pasiva son muy similares. Al mismo tiempo, había grandes problemas de violencia de género. Eso tenemos en común en varios lugares.
-¿De qué manera los estudios comparados pueden contribuir, primero, a la comprensión de los fenómenos asociados a la democracia, a los Derechos Humanos y a la educación para la paz, y luego cómo ve el rol de la investigación en la vinculación entre el objeto real y el científico?
Primeramente, es necesario es decir que lo que proporcionan las investigaciones internacionales es su variedad. Es una oportunidad para ver que –al menos– hay distintos énfasis en discursos para comprender los problemas sociales. Los seres humanos usamos el lenguaje para comprender, así podemos comparar y compartir con gente en otros contextos. También resulta interesante apreciar cómo no todos nos enfrentamos de la misma manera a los problemas pero hay similitudes.
-En sus trabajos se refiere al conflicto como una oportunidad, a la base de la violencia de género, por ejemplo. Como parte de su experiencia con profesores y práctica académica, ¿qué herramientas posee la educación para hacer del conflicto más que la negación de la paz, una oportunidad para abordar las bases de su origen?
En educación, casi siempre, hablamos de pensamiento crítico pero para eso necesitamos algo que criticar, por lo que si pensamos el conflicto con mayúscula de manera destructiva se torna muy difícil aprender de ella. Por el contrario, si logramos buscar los conflictos dentro de cada materia e identificarlos podríamos resolver los problemas.
Al respecto, el conflicto entrega la oportunidad de ver otras posibilidades de respuesta, despertando también conflictos pequeños, diarios, en diferentes formas; tenemos oportunidades de aprender lo que necesitamos para vivir, porque si estamos vivos hay conflicto.
-En Chile, desde 2020 los ramos de Historia –uno de los campos disciplinares más proclives a estudiar los conflictos– y Educación Física pasarán a ser ramos electivos para cursos de 3er y 4to medio, en todos los colegios del país. Usted como experta en ciudadanía democrática, educación cívica y educación para la paz, ¿qué le parece este tipo de medida?
Lo veo con un poco de tristeza porque soy maestra de ciencias sociales. Pienso que podemos contribuir con la educación para la democracia desde varios lugares; la Historia posee perspectivas diferentes sobre procesos de gobernanza o de toma de decisiones. Tiene ejemplos de problemas que podemos estudiar y tiene ejemplos de procesos que han desarrollado seres humanos para tratar de cambiarlos.
No es que tengamos una historia común porque no hay acuerdo pero si podemos usarla como espacio para estudiar perspectivas múltiples, y también como una oportunidad para aprender sin tener que resolver el problema mañana. Esto se vincula con la identidad y subjetividad de las personas. No se puede narrar la historia sin la idea de la identidad que es clave dentro del conflicto también.
Hay quienes piensan que debe haber una sola verdad, pero eso no existe en realidad. Lo que si podemos hacer es estudiar la Historia como construcción de verdades, lo que nos ayuda para entender y encausa el presente.