“Extreme living”, se llama el artículo publicado por Barbara Fraser en la reconocida revista científica Nature, donde el arqueólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO) de la U. de Chile, César Méndez, narra su experiencia indagando sobre la producción de herramientas de cuarzo en un antiguo campamento de cerca de 12 mil seiscientos años de antigüedad llamado “Valiente”. Méndez junto a otros antropólogos sudamericanos han aportado con importantes descubrimientos y nuevas formas de estudiar el poblamiento americano temprano de grupos que se asentaron en distintos territorios del cono sur.
Durante los últimos diez años, el equipo de investigadores del que participa el Prof. Méndez y el Prof. Donald Jackson, además de estudiantes de pre y postgrado, trabaja en los hallazgos de cuarzo cristalino en Quebrada Santa Julia, sitio ubicado en el litoral de la provincia de Choapa. La investigación se enmarca en el proyecto FONDECYT 1140824, titulado “Primer Poblamiento en el Semiárido de Chile: Interacción seres humanos y fauna extinta”.
Tras hallar restos de cuarzo y puntas de proyectil llegaron a “Valiente”, un sitio rico de ese mineral ubicado en la fuente desde donde se extrajo. Las primeras etapas de procesamiento se realizan en la cantera, donde el cuarzo aparece en forma pura. Luego las piezas trabajadas se llevan a otros sitios como Santa Julia, “donde lo que registramos está más avanzado en su proceso de manufactura”, afirma.
El cuarzo fue muy utilizado en la zona central de Chile, desde Los Vilos hasta la VI región. Los primeros pobladores lo utilizaban para confeccionar puntas de proyectil e instrumentos de corte. “En la Quebrada Santa Julia también se han encontrado restos de caballo nativo, mientras que en San Vicente de Tagua Tagua se han descubierto restos de mastodonte, lo que sugiere que ellos tenían dietas diversificadas, que no solo consumían grandes bestias sino que también resto s de zorro y otros animales”, explica el arqueólogo.
Relación entre seres humanos y el ecosistema
Otra de las investigaciones encabezada por César Méndez, según consigna la revista Science, es la realizada en el sur del país, específicamente en los valles del Río Cisnes y del Río Ñirehuao, cerca de Coihaique.
El proyecto “Dinámicas humanas y ambientales durante el Holoceno en el norte de Aisén continental”, (FONDECYT 1130128) tiene el objetivo de analizar y evaluar cómo los antiguos pobladores interactuaron e incidieron en el medioambiente. “Por una parte, nos interesa esclarecer de qué manera los cambios climáticos afectaron a los seres humanos, visto tanto a través de los cambios en la vegetación, en el tamaño de los bosques o su ubicación”, detalla el académico.
De acuerdo a los datos recabados, hay un sitio arqueológico localizado en el bosque de río Cisnes, Alero Las Quemas, cuya mayor ocupación ocurrió hace 2800 años y las reconstrucciones de clima efectuadas señalan que antes eso no era bosque. En este sitio se registraron pinturas rupestres de pisadas de ñandú, siendo que los ñandúes viven en estepas abiertas.
Según los estudios del equipo, los cambios en el ecosistema se enmarcan en una serie de transformaciones ambientales ocurridas 19 mil años atrás. Desde que se retiraron los hielos de los glaciares que cubrían la región, el clima ha cambiado constantemente.
“A veces con más lluvia y menos frío, se ha visto que los bosques crecen, mientras que en periodos con más frio y menos lluvia, los mismos bosques se contraen, produciendo cambios en el paisaje y en la distribución de los recursos. Mutaciones ambientales que, por consiguiente, afecta la vida de los seres humanos”, describe Méndez.
Incendios que marcaron la zona
Con la llegada de hombres y mujeres a la zona durante el periodo de primer poblamiento americano hasta la actualidad han habido impactos de distinta magnitud en el entorno natural, de los cuales destacan especialmente los ocurridos 2800 años atrás y las quemas históricas iniciadas casi a comienzos del siglo XX, cuando los colonos chilenos(as)/europeos(as) quemaron gran parte de la región para sus asentamientos.
Otras de las interrogantes planteadas por los investigadores tienen relación a cómo los seres humanos afectaron al medioambiente. “Sabemos que ellos, desde el momento en que ingresan a un ecosistema lo afectan. Esa idea del buen salvaje, del cazador recolector primitivo que vive en armonía con la naturaleza está refutada por muchas líneas de investigación”, enfatiza.
En este sentido, una de las líneas de investigación que se trabaja es el estudio de las frecuencias y números de incendios en la región. Méndez relata que “a partir de sedimentos extraídos del fondo de las lagunas de los valles, se concentran los carbones de los distintos incendios, esto permite analizar la historia de 19 mil años de incendios en la Región de Aisén”.
Sorprendentemente para el equipo, los incendios comenzaron a desarrollarse con las primeras ocupaciones humanas, por lo que pensamos que “los seres humanos efectivamente afectaron los ecosistemas y definitivamente los modelaron”, comenta Méndez. La última expedición realizada en la zona fue en enero de este año.
Descubrimiento de restos de 10 cuerpos humanos Anteriormente, antropólogos, estudiantes e investigadores de otras instituciones encontraron un total de 10 restos de cuerpos humanos en el sitio Baño Nuevo 1 excavado por el Dr. Francisco Mena. A principios de este año fue publicado en International Journal of Osteoarchaeology, un trabajo titulado “Isotopic Ecology and Human Diets in the Forest-Steppe Ecotone, Aisén Region, Central-Western Patagonia, Chile” donde se discute la alimentación de este grupo enterrado hace 10200 años. Contrario a lo que se pensaba, estas primeras poblaciones, según César Méndez, “no se alimentaban solamente de guanacos, sino que cazaban diversos animales como zorros, chingues (zorrillos), piches (armadillos) y aves, entre otras especies”. |